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Las pandemias

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.

Quédate en casa, tres palabras que en los últimos dos meses o un poco más hemos escuchado en millones de ocasiones por absolutamente todos los medios.

Esta dicho también, miles y miles de veces, que la humanidad se enfrenta a un enemigo que no ve y cuyo impacto en el organismo puede resultar mortal.

Las autoridades de decenas de países llevan a cabo una feroz batalla contra un enemigo del que aun se conoce muy poco y del que todavía no definimos cómo y cuándo eliminaremos para seguir existiendo.

No obstante los exhortos y las peticiones de organismos internacionales, gobiernos, entidades y múltiples sector sociales, el ser humano, en gran medida, sigue sus vidas como si lo que pasara no afectará su existencia ni la de sus familias o amistades.

Ha quedado claro, bastante claro, que hay gente que por razones mismas de la subsistencia, tiene que salir de sus casas para obtener el pan que dará de alimentar a sus seres queridos.

Pero también está muy claro que hay gente consciente, preparada, que aun a sabiendas del riesgo que corre en lo personal y de poner en juego la vida de otras personas, hace caso omiso a las indicaciones y siguen sus vidas como si no sucediera nada o casi nada.

El resultado de esto que acabo de citar se ve reflejado en las cifras de muertes y de contagios por COVID-19 que continúan en aumento a lo largo y ancho de la nación hasta llegar al grado de desplazar al país que vio nacer al virus.

Hoy la pandemia de COVID-19 ocupa y preocupa a las autoridades, más aun cuando está a punto de iniciar un nuevo retorno a la vida productiva, al quehacer económico y laboral porque resulta ya imposible seguir alargando esta situación que ocasionará, sin duda, otra pandemia tanto o más peligrosa que el virus que mata a mucha gente sin importar edad o condición alguna, económica, política o social.

Si en México ya vivíamos una grave situación en escasez de empleos y subempleos, con muy bajos salarios y prestaciones, especialmente en las nuevas generaciones de profesionales que egresan por centenares, miles, de las universidades e instituciones de educación superior, ahora la situación será peor, mucho peor.

Fábricas y empresas cerradas, comercios, negocios pequeños e incluso ambulantes han bajo sus cortinas dando paso a una caótica situación de carencia o falta de recursos ya no digamos para comprar ropa, zapatos o medicinas sino para comer, para tener en las mesas de los hogares todos los días cuando menos un plato de frijoles y de arroz.

Evidente es que hay sectores de la población que no tienen, ni tendrán este problema. Grandes empresarios, hombres de negocios que por décadas han tenido el poder económico y político en sus manos, siendo este, incluso heredado de una generación a otra. Con lujos y propiedades acumuladas a lo largo de las décadas; negocios, ranchos, empresas, etcétera, para estas personas, este problema es pasajero y después sus vidas continuarán tanto o mucho mejor porque en sus manos seguirán teniendo el control y destino de miles de personas.

Políticamente, la muerte y el dolor de quienes han perdido a un familiar amigo por COVID-19, también será capitalizado para beneficio de los grupos de poder a quienes no importa en realidad el dolor y sufrimiento de los más pobres quienes ayer, hoy y mañana, seguirán siendo carne de cañón para quienes aspiran a desplazar a los grupos que hoy tienen en sus manos el destino de los mexicanos.

Y una cosa más, además de ese dolor por la falta de empleo, de ingresos y de los derechos elementales para la vida de las mujeres y del hombre, se suma una avalancha de problemas que vendrán de la mano acompañadas por las secuelas de la pandemia. Problemas de maltrato en los hogares, de violencia hacia las mujeres y los niños, desatados tal vez por esa misma desesperación de no tener la manera del cómo llevar o hacerse de lo necesario, en algunos casos, y de problemas psicológicos y psiquiátricos en otros.

La pandemia cayó como anillo al dedo…sí, materia prima para las próximas elecciones. Oportunidad para resucitar a partidos y grupos de poder que -como los virus- se pensaba eran ya cosa del pasado pero que hoy, en medio de este dolor, ven un jugoso filete para levantarse y de nuevo volver a lo suyo…

Los mexicanos somos un gran pueblo, una gran nación, somos la raza de bronce, pero desafortunadamente no aprendemos, seguimos una y otra vez cometiendo los mismos errores sin importar o darnos cuenta de sus consecuencias. 

En Yucatán hay casos muy claros y concretos que todo el mundo sabe y conoce. Grupos que aun aspiran y suspiran por regresar y tener poder para continuar o extender el poder que alguna vez ostentaron por décadas y que a toda costa se niegan a perder.

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