Caminaba por el estrecho sendero a diario…Tal como le habían encomendado.. Iniciaba su ruta temprano, por la fresca, y llevaba cada día lo mismo: una cesta con frutas, un libro taurino, agua, un aparato para escuchar música, y la caja!
La caja unas veces era azul, otras roja, verde…
“Dònde vas, caminante?” Le preguntaban… y él respondía siempre de la misma manera: “allí donde tengo que ir”… Hizo la caminata una mañana y otra, una tras otra, oía canciones, se sentaba a leer en la fuente, comía fruta…
Llegaba y entregaba la caja, cada día la que tocaba…
Le tentaron con mil excusas para que abandonara su cometido. Un partido de tenis, un baño en la piscina, un pastel de chocolate.. siguiò fiel a lo que le habían mandado. Andaba los diez kilòmetros y entregaba la caja… Luego regresaba en bus, feliz…
El último día del mes la caja era más elegante que nunca: negra y brillante… Ese día saliò el señor a recibirla, nunca había sucedido eso, y le dijo que en tiempos tan convulsos la lealtad era algo grandioso! Y le regalò un caballo y un piano… Qué felicidad!
El niño, Hugo, sonriò. Alegre como siempre!
Dedicado a las personas que saben qué es la lealtad. A las que no lo saben no…
Dedicado a mi niño Hugo, por sus maravillosos once años. Y a sus padres, os adoro
Dedicado a mi cantante favorito
A mi Luisito
A mi familia
Y a mis amigas Doda, Susana y Ascen
Y a mis amigos Boni, Cástor y Manuel
