Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
La lealtad se define como el sentimiento de respeto y
fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos y
hacia alguien.
Por otra parte el significado de la palabra
“poder”, de manera simple, es la capacidad de algo o de alguien de
hacer otra cosa posible y en un lenguaje coloquial “tener el mundo en tus
manos” donde nada ni nadie te impida hacer lo que quieres hacer.
Con esta breve introducción entró en materia y prometo
ser breve. Después de tantos años de lucha, Andrés Manuel López Obrador
materializó su más grande deseo, ser Presidente de México, lo logró, no sé si
para bien o para mal, pero alcanzó su meta.
El presidente, que guste o no, está colocando al
Sureste de México en el mapa nacional (se acuerdan de la fragmentación del país
en el México del Norte, el México del
Centro y el México del Sur Sureste) está entrando a la recta final de su
administración al frente del ejecutivo federal.
Cronos, padre del tiempo, no perdona, es implacable, y
un ejemplo es el mismísimo mandatario que en cada mañanera, conforme transcurre
el tiempo se observa –como es lógico– más agotado físicamente y sobre todo
con un discurso repetitivo y que en ocasiones amenaza incluso con generar mayor
divisionismo entre los mexicanos, alejar a potenciales inversionistas y
establecer diálogos polémicos con otros jefes de Estado.
Y no solo eso, se observa con una muy clara nitidez a
los integrantes de su llamada primera línea de colaboradores que de manera
sutil y gradual —de acuerdo como marcan los cánones de la política— van
alejándose buscando desmarcarse de manera sigilosa de la presente
administración y analizando ya futuros escenarios políticos donde puedan lanzar
anclas y prolongar por más tiempo su estancia en el aparato gubernamental y en
la gran ubre que este tiene.
Aunque afirmen y digan todo lo contrario, los dorados
de la 4T ya están en lo suyo, trabajando cada uno, desde su trinchera, con
miras al proceso electoral de 2024 buscando lograr lo que hizo en su momento el
presidente, llegar a la silla presidencial bajo el supuesto de continuar con la
“4T” que, para mí no fue una marca más de este sexenio como han
habido muchas de los anteriores, sea PRI o PAN.
Con lo anterior debemos remontarnos a los inicios de
la administración del presidente donde dijo, una y otra vez, que para él la
lealtad tiene mayor peso que la capacidad, pero al mismo tiempo queda claro que
este cordón umbilical (lealtad-presidente) en algún momento tiene que romperse
para dar paso a un nuevo gobierno y gobernante que, evidentemente, como lo han
hecho todos, incluyendo a López Obrador estampará su propia “marca”.
Esa nueva marca está ya en gestación, y el presidente sabe que su fin se acerca y por
ende, tratará a toda costa de dejar huella y si es posible prolongar su marca
la cual por cierto vendió con mucho éxito, especialmente entre los más
desprotegidos y desamparados y que, debemos reconocer, muchos de ellos aún
siguen pensando qué es y para qué es la 4T.
Por cierto, hay viejos políticos que han permanecido
en el poder y son de todos, incluyendo a los jóvenes, más que conocidos. O les
platicaron sus abuelos, o sus padres, o se preocuparon por documentarse y saber
quiénes son y qué han hecho, pero ahí están vivitos y coleando y que por
cierto, casi todos, por no decir todos, tienen, curiosamente sus orígenes en el
“salinato”.
El sistema
político mexicano ¿o cree usted aún que con su voto las cosas cambiarán?, será,
como en la película del Rey León, el encargado de presentar a todos quién será
el o la ostente la corona en un país cuyo sistema es único en el mundo y que se
conoce como “La dictadura Perfecta”.
Y enfrente —la llamada oposición que no es más de lo
mismo—, pues bien, gracias. Saben que incluso perdiendo las elecciones sus
lugares en el sistema están seguros. No importa, se quitarán de nuevo la camisa
y se pondrán otra lo cual han hecho una y otra vez. Solo falta ver de qué color
sería la nueva “casaca”, así como las que estrena en cada mundial de fútbol la
selección nacional.
Hasta
la próxima
