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Litio de Consolación

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

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Litio de Consolación
No quiero Oro, ni quiero Plata…

“No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata”. Supongo que lo hemos cantado cientos de veces, y es hasta hoy que se me ocurre preguntarme ¿qué tiene que ver? La respuesta obvia es que como niño, pues sí, el contenido de la piñata o lo que alcance a pescar cuando caiga sería suficientemente valioso para mí, como para preferirlo al oro o la plata. Ya de grande… como que no. Como que sí prefiero oro, o al menos plata, o ahora sé que al menos litio.

Y no, no es que sea un experto en litio y su explotación, estaba enterado de lo muy básico de sus propiedades, beneficios o valor. Pero en ese, como en otros temas, la política actual nos hace convertirnos en entendidos por un par de días, ya que los temas que sí nos importan como ciudadanía son poco mencionados, menos aún deliberados, y ni remotamente resueltos por nuestros políticos perennes.

Sabía que algo tiene que ver con las baterías, y hasta allí, por la parte práctica cotidiana, y eso porque hace tiempo surgió el rollo del relevo de las pilas de níquel por las que se indicaba son de litio y entiendo que eso tendrá una aplicación cada vez mayor para el uso de autos eléctricos.

De donde sí tengo más noticia es de una de mis canchas profesionales, la salud mental, pues una sal de esta misma sustancia se indica para la profilaxis y el tratamiento de los trastornos bipolares y la depresión mayor recurrente. No me toca prescribirla, pero sí saber que su efecto es sobre los episodios de manía (ánimo frenético, anormalmente emocionado), haciendo una especie de compensación que produce estabilidad ante las alteraciones en el cerebro.

Y entonces procedo a revisar si esta vez el litio sí cumplió su función ante la alta excitación en la política nacional en este par de semanas. La secuencia de información indica que hubo un periodo frenético de conmoción ante el tema de la revocación de mandato, que terminó con una votación muy inferior a la deseada por la gente en el gobierno y mayor a la pronosticada por la gente que se considera oposición. El llamar los primeros a los segundos traidores a la patria y los segundos a los primeros perdedores, no apago los ánimos. La ciudadanía, en más del 80%, simplemente decidió que no era un ejercicio de su interés.

Una semana después el tema cambió, aparentemente, por completo. Con el foco distractor en la energía eléctrica, la agitación se trasladó a la Cámara de Diputados, usando como medio un intento de reforma constitucional en esa materia. Es un tema que sí creo importante; pero ambas posturas decían que si triunfaban bajaría el costo (¡bien!) y que se actuaba en protección de nuestro planeta (¡wow!), así que no creo que realmente el tema fuera ese en el fondo.

Posponiendo fechas, amenazando o pronosticando (según el bando) movilizaciones que impidieran el acceso de diputados, invitando (ambos bandos) a servir a la ciudadanía no votando de manera predecible y con una asistencia final poco usual, pero una argumentación deplorable muy acostumbrada, la tensión se resolvió como se esperaba, con sólo 3 excepciones y 2 ausencias, todos votaron por lo indicado por sus bancadas, y sin considerar lo que sus representados/as pudieran opinar.

Dos ocasiones en las que ocurrió lo anunciado y predecible no calmó los ánimos. El llamarse unos a otros/as traidores a la patria, nuevamente no funcionó para volver al equilibrio. De hecho, este escenario ya estaba, también, anunciado; sí, pues unos días antes, la persona a la que le pagamos para gobernar nuestro México, había amenazado que si la votación en el Congreso no era la que él creía lo correcto para la nación, al día siguiente presentaría una iniciativa para nacionalizar el litio, la cual ya tenía lista.

Y ese día me quedé, como cuando tuve la epifanía sobre el cántico de la piñata… ¿qué tiene qué ver? Confieso que no lo sé hasta ahora, investigué poco, pero salvo lo de las pilas… me quedé igual. Así que decidí quedarme con la respuesta que dio el entonces Presidente de México, a un reportero, cuando el 26 de junio de 2020 le preguntó: “Respecto a las minas de litio, así se dijo, se tendría que nacionalizar, ¿usted qué postura tiene?”. Ese Andrés Manuel dijo: “No es necesaria la nacionalización porque, de acuerdo a la Constitución, en el artículo 27, se establece el dominio de la nación de los recursos naturales que están en el suelo y en el subsuelo”. Como abogado que también soy, fui a checar, y en efecto allí está; así que dije: “ya está”.

La votación no fue la esperada por él, así que cuando el (actual) presidente salió en la mañana siguiente a comunicarnos los temas que esperamos, prefirió abordar el tema del rechazo a la reforma constitucional y el cumplimiento de su palabra: “Se tiene una iniciativa para que, si así lo deciden en la Cámara, nacionalicemos el litio, así de claro”.

Y sí, la noche del domingo envió esa iniciativa, y se repitió casi el mismo circo del día anterior en la Cámara de Diputados. Parece que ya los diputados/as oficialistas tenían el conocimiento pleno del documento, los argumentos para aprobarla, los carteles para la exhibición y hasta la “Roque Señal” lista para mostrarse (nunca tan magistralmente ejecutada como en 1995 por su creador, claro) con escenario lleno por esa mayoría que ahora sí ganó la partida, y “emparejó el marcador”, a su entender. La minoría, que ganó el domingo adujo que no se cumplieron los requisitos parlamentarios, se abstuvo y se retiró. Y supongo que no, pues la iniciativa les llegó unas horas antes, pero, je, la noticia no es que nuestro Congreso apruebe algo cuyo texto ni ha leído.

Parece, sólo parece (impresión diagnóstica) que el litio sí logrará en esta ocasión cumplir su función de apaciguar un rato el estado maniaco al que nos tuvieron sometidos por largo período, y en especial la crisis de excitación de estas dos semanas. El Andrés Manuel de estos días confirmó que se van a revisar todos los contratos autorizados para litio y supongo que eso se va a llevar un tiempo, así como responder a las complicaciones legales e institucionales que esta dosis genere como efectos secundarios.

Para quienes hoy como adultos, ya no prefieran romper la piñata, deseo venga un periodo de tranquilidad, aunque sea corto, je, pues, esta persona a la que le pagamos para dirigir a nuestro país, también afirmó que no se suspenden los contratos firmados para otros minerales, no es para la plata, no es para el oro, para el cobre, es para el litio solamente. Así que a quienes les importen esos otros metales, también pueden estar tranquilos.

Pero no nos relajemos en exceso, pues el vademécum claramente indica que la sal de litio no es curativa; debe tomarse con la constancia que el médico prescriba para lograr su efecto; y aunque sólo aminora los efectos maniacos, debe mantenerse su ingesta si hay periodos depresivos. Por ello esperemos que la piñata, a falta de oro o plata, sí traiga suficiente litio…

*Jorge Valladares Sánchez
Papá, Ciudadano, Consultor.
Doctor en Ciencias Sociales.
Doctor en Derechos Humanos.
Especialista, Maestro y Licenciado en Psicología
Licenciado en Derecho

Jorge Valladares Sánchez
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