Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
El día uno de enero asistí a la protesta de Carlos Alberto Estrada Pinto, como flamante nuevo rector de la Universidad Autónoma de Yucatán en un increíble y hermoso auditorio para 600 personas en el campus de ciencias sociales, económico, administrativas y humanidades.
No podía faltar, sobre todo si la invitación me la hizo personalmente Carlos Estrada a quien tengo el honor de conocer desde que se desempeñó como secretario académico de la facultad de Ingeniería Química y poco después se convirtió también en su director y en este lapso fue inaugurado el nuevo edificio que está en el campus de ingenierías y ciencias exactas.
Años después coincidimos en el edificio central de la UADY donde se desempeñó como Coordinador General de Licenciaturas y más tarde en Director General de Desarrollo Académico. Claro, hablo de la UADY porque se que también ha desempeñado innumerables cargos y responsabilidades en múltiples organismos vinculados a su profesión como ingeniero químico industrial. Esta es una de las ventajas que te deja ser comunicador y establecer amistad con las personas que reconoces te aprecian y valoran, como muchas más que gracias a Dios tengo.
El tema es que en la ceremonia vi el orgullo y la felicidad plena de su familia, y además de decenas de académicos y de estudiantes, esto lo interpreto como un símbolo de lo que espera la UADY (que vive, que respira, que late): renovarse, revitalizarse; máxime si es la principal generadora de pensamiento en el sureste de México, es una fábrica natural del conocimiento científico y tecnológico.
No obstante también vi algunos rostros de incertidumbre, otros de tristezas y hasta de enojo, pero así es la democracia. No se cuántos jubilados fueron pero sentí que muchos ojos perforaban mi piel, fue obvio que mi presencia llamó la atención, incluso no faltó quien me pregunte: “Marco te vi en la protesta del rector, ¿te reactivas de nuevo?”. No compañeros, yo me jubilé felizmente en 2016 y salí con la frente en alto, no opté como por allá sé de un caso que después de que la universidad le rescindió su contrato, no tan solo fue de re-contrato sino que ocupó puestos de relevancia cuyos resultados aún flotan en el edificio central como los fantasmas franciscanos que lo habitaron. Pero, aclaro una cosa, yo soy y seguiré siendo jaguar hasta que muera (este 20 de enero cumplo 64 años) y si para algo la casa de estudios me necesita estoy listo para responder.
He visto como Estrada Pinto da la cara con su nombre al frente de las redes sociales, mis respetos, además de un dialogo abierto y directo con la comunidad universitaria y sociedad ya que inicia con una transparencia absoluta.
También atestigüe la ratificación de Celia Rosado Avilés, como secretaria general –por cierto, siendo directora de ciencias antropológicas– me otorgó inmerecido reconocimiento por mi trayectoria en prensa y radio universidad; otra excelente designación es la de Marcela Zamudio Maya, como directora general de Desarrollo Académico (siempre lo he dicho, columna vertebral de la UADY) y para cerrar con broche de oro Elsy Mezo Palma una mujer que en materia de finanzas y planeación es de lo mejor que tiene el estado, además de una dama en toda la extensión de la palabra.
Completan el primer equipo el joven pero experto Carlos Herrera Lizcano, como Abogado General, y otro enorme y gran amigo, y aquí entre nos, una de las personas que conoce hasta las entrañas de la UADY, Aureliano Martínez Castillo, Director de Vinculación, tarea que no prosperó en la administración anterior pero que “Aure” –estoy seguro– no tan solo mostrará sino que colocará todo ese bagaje de ciencia y tecnología generada en facultades y centro de investigaciones que ha dormido el sueño de los justos cuando muy bien podría significar la solución para situaciones y problemas de toda índole en lo local, nacional e internacional borrando el mito que “lo que llega de EEUU, Europa o China, está garantizado”…mentira, nos venden lo que a ellos ya no les es prioritario.
Y detrás del rector y directores, muchas caras de funcionarios medios, coordinadores, jefes de departamento y demás. Varios con décadas en puestos (y sin hacer gran cosa), volaron, otros se aferran no sé a qué, pero tengo la confianza que el rector sabe donde está parado y quienes lo rodean, sabe en quién confirmar y en quién no. Digo esto porque siempre, haya algo bueno, regular o malo, la prensa no busca quién o quiénes lo hicieron, sino quién responda y pague y este siempre es el rector. El o los culpables, lo digo por experiencia, como las avestruces, y a lo más responden: “en rectoría o en comunicación le informan”.
Hasta aquí mi colaboración de hoy.
Bienvenido 2023. Que Dios nos de salud y trabajo…lo demás llega solo.
Hasta la próxima.
