Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham Martínez.
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
Toda
creencia que raya en lo radical corre el riesgo de ser falsa. La manera más
fácil de equivocarse es cerrarse en generalizaciones que polarizan el análisis
de una situación o caso. En este sentido, existen dos grandes mitos que
resultan sencillos de desacreditar. El primero asegura que todo lo antiguo fue
mejor que lo que tenemos hoy. El segundo afirma que todo lo nuevo es mejor con
respecto a lo anterior. Ambas posiciones pueden ser sumamente nocivas si son
tomadas demasiado en serio, pues descartan una valoración objetiva a toda luz.
Es
absurdo suponer que todo lo de antaño era mejor que lo actual. Tal enunciado
implicaría negar los impresionantes avances tecnológicos que se han obtenido a
lo largo de la historia. Estos son particularmente apreciables en rubros como
la medicina, pero del mismo modo la filosofía y el estudio de las ciencias
sociales ha tenido significativos postulados en los últimos doscientos años.
Es
cierto que, en ocasiones, ha sido preciso mirar hacia atrás para recordar y
revalorizar algunos principios elementales de la naturaleza humana que se
habían ido olvidando por diversas causas. Tal es el caso del renacimiento, que propuso el volver a los clásicos,
o el movimiento del humanismo, que invitó a priorizar la dignidad humana tras
la catástrofe de las dos guerras mundiales en el siglo XX.
Los
anteriores ejemplos, no dan razón a la posición radical de aseverar que lo
antiguo es mejor que lo contemporáneo. Como en todo ejercicio analítico
objetivo, existen distintos matices y puntos de vista que deben ser
considerados. Toda tesis requiere ser comprobada. La suma de factores nunca
debe ser obviada.
Ahora
bien, no todo lo nuevo es positivo. Muestra de ello son las modas banales, que
consiguen popularizar conductas fuera de las buenas costumbres. Igualmente
podemos observar casos en los que aquello novedoso se torna un riesgo para la
humanidad por su uso inadecuado. Aquí tenemos ejemplos de diversas índoles.
La
tecnología de las redes sociales ha demostrado ser perjudicial cuando se emplea
con el afán de difamar o insultar con el respaldo del anonimato. De la misma
forma, puede ser utilizada para desconectarse del mundo real y volverse una
adicción altamente dañina. Un caso más dramático sería el de las armas
tecnológicas que podrían incluso llegar a extinguir a la raza humana. El uso de
la ciencia para efectos bélicos es relativamente novedoso y deplorable. Lo
nuevo no siempre es bueno.
Por
tanto, lo pasado debe ser valorado, ya sea como aprendizaje o como experiencia.
Se debe dar continuidad a lo bueno y dejar atrás lo malo. Lo pasado no puede
borrarse ni debe olvidarse. El futuro siempre es una oportunidad para mejorar.
Sin embargo, dependerá de la responsabilidad y el compromiso individual, si se
opta por ser mejores o ser peores. El crecimiento personal es una asignatura
pendiente de cada uno y esta nunca cesa. Es cuestión de decisión y actitud
proactiva.