Por: Bernardo Graue Toussaint.
Estamos en la antesala de que este 2020 termine. Ha sido un año duro, durísimo para toda la
humanidad.
Ha sido un año que nos tomó por sorpresa a todos. Ningún país estaba plenamente preparado
para lo que se avecinaba. Hasta las mayores potencias económicas se vieron
rebasadas por la capacidad de contagio del Covid19, lo que colapsó la capacidad
de la atención hospitalaria. Y ni qué decir de lo visto en naciones en vías de
desarrollo y en los países pobres.
Ha sido un año de innumerables contagios (72 millones de
casos). Mucho dolor humano. Para dimensionar el impacto de lo sucedido en este
año 2020, basta recordar que en Hiroshima
murieron 80.000 personas el día de la detonación y que, en Nagasaki, las
muertes rondaron las 40.000. Muchos miles más murieron en los días, semanas y
meses posteriores. En total, unas 214.000 personas murieron por el efecto directo
de aquellas bombas atómicas. En este año 2020 HAN MUERTO MÁS DE UN
MILLÓN Y MEDIO DE SERES HUMANOS a nivel mundial como consecuencia del Covid19.
Sirva la comparación para entender que la situación que hemos vivido este año ha sido terrible, por decir lo menos.
2020 ha sido un año en que hemos conocido la actual
fragilidad humana. Este virus -que requiere de instrumentos especiales para ser
observado- paralizó al mundo. En la Tierra muchas fábricas detuvieron sus
actividades; los aviones dejaron de volar; los hoteles quedaron vacíos; los
restaurantes sin clientes; los comercios cerrados; las calles quedaron
solitarias en una importante porción del planeta. El mundo seguía girando, pero
el mundo como entidad humana se detuvo y, con ello, quebraron miles y miles de
empresas y, como secuela, millones de empleos se perdieron, llevando a igual
número de familias a la severa dificultad económica. Demasiado dolor humano.
Ha sido un año donde hemos visto que ninguna nación o grupo
de naciones (como la UE) han tenido claro qué hacer de cara al virus. Cada
quien improvisó sus particulares acciones y políticas públicas para
enfrentarlo. La OMS no tiene poder vinculante y, por ende, sólo puede
permitirse dar “recomendaciones”. Entre el desconocimiento ante el nuevo virus, la demagogia de algunos
políticos y una dosis de irresponsabilidad ciudadana, la mezcla dio como
resultado una mediocre estrategia global y un caos bastante singular.
También éste ha sido el año en que hemos conocido el nefasto
poder de destrucción y de daño de los populistas. EL POPULISMO TAMBIÉN MATA Y HA QUEDADO DEMOSTRADO. Trump en
los EUA; Bolsonaro en Brasil; Pedro Sánchez en España y Andrés Manuel López
Obrador en México, son algunos claros ejemplos de gobernantes que algún día
podrían ser juzgados por su responsabilidad en muchas muertes que se pudieron
evitar y que, por causa de sus políticas y decisiones, se produjeron.
Este año ha sido muy
doloroso. Ha dolido en el alma ver tanto sufrimiento humano. Tanta muerte.
Tantas familias lastimadas.
Hoy la humanidad se asoma (con cierta dosis razonable de
temor) al próximo año 2021. Por lo mismo, hay varias cosas que debemos tener en
claro:
-No es de dudarse que aparezcan nuevos demagogos o que
algunos de los actuales busquen perpetuarse. Las sociedades democráticas pueden
equivocarse como fruto de su desesperación y otorgarle el poder a quien le
prometa el paraíso. La democracia está
en riesgo. Hay que tenerlo claro.
–El proceso de
recuperación económica (vistos los graves daños a nivel global y nacional) será
largo y doloroso. Aún no se tiene una radiografía precisa sobre la magnitud
de esos daños, pero se sabe que son enormes y que habremos de esperar un largo tiempo de penuria financiera en nuestras
sociedades.
-Aún con las altas expectativas (un poco irresponsables) que
genera el proceso de vacunación contra el Covid19 y los riesgos de una tercera
ola de contagios (con los decesos que impliquen), más nos vale reconocer que a la humanidad nos espera un proceso lento
y poco alentador de recuperación sanitaria y económica. No será fácil resarcir
los severos daños a nivel global. No será nada fácil, no será rápido y no se
regresará (ni por mucho) a las condiciones que existían antes de la pandemia.
Hagamos votos y cooperemos
TODOS para construir una salida venturosa de esta dura prueba que tanto dolor
ha producido a toda la humanidad y a nuestro país en lo particular.
Ese es y debe ser el
mejor deseo para el 2021.
graue.cap@gmail.com
