Por Bernardo Graue Toussaint
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@bernardo_grauet
Los demagogos son expertos en la manipulación de las emociones, no de las ideas. Permanentemente proponen luchar “contra algo”, jamás “a favor de algo”. Por eso siempre miran al pasado, nunca al futuro. Mienten sin reparo alguno.
En estos tiempos de tanta incertidumbre y de desconfianza a todo (justificada o no), la sociedad tiende a buscar “certezas” o, cuando menos, alguna teoría que dé sustento a sus prejuicios. Muchas veces basta con que el demagogo en turno arengue echándole la culpa de todo a un presunto conspirador nacional, para construir en ese ciudadano su anhelada (y errática) “certeza”.
Una vez que los demagogos llegan al poder, generan toda clase de desastres, con graves secuelas económicas y sociales. A pesar de lo anterior, es difícil que sus seguidores se retracten, porque sería muy incómodo admitir públicamente que han estado creyendo y diseminando falsedades. De ahí la férrea defensa de esas feligresías hacia sus “líderes”.
Así es la peligrosa demagogia. LOS DEMAGOGOS NO CONSTRUYEN, DESTRUYEN. De ahí la importancia de trabajar constantemente en favor de la democracia. Y no claudicar. Punto.