Cultura, Por :Francisco Solís Peón.
Recibí una amable sugerencia por parte de un buen amigo para que comentase más sobre autores yucatecos.
Si bien nuestras letras son pródigas en poesía y al menos hasta finales del siglo pasado la prosa poética peninsular era de las mejores de Latinoamérica, en lo referente al género novelesco somos bastante exiguos. Me puse a pensar cuántas novelas locales había leído y solo recordé tres: “Raquel, la hija del judío” de Justo Sierra O” Rreilly y los dos premios estatales, “El discípulo amado” de Francisco Javier Otero Rejón y “Crónica de los días inútiles” de Hernán Mena Arana, todas ya comentadas ampliamente en otros espacios.
Por fortuna recordé una novela negra presentada en la Filey del 2017 titulada “Líbranos del mal” cuyo autor es José Eugenio Urioste Palomeque.
Basada en hechos reales más o menos conocidos, esta obra nos lleva por caminos místicos pero a la vez peligrosos, una narrativa líquida que fluye fácilmente ante nuestros ojos para alojarse dentro de nuestro ser espiritual. En estos tiempos de tecnología disparada en oleajes digitales, nos es muy difícil creer en aquello que no nos consta, sin embargo, intuimos que algo superior siempre ha existido y que de maneras inimaginables gobierna nuestros destinos.
Una virtud más de la obra es que logra un difícil equilibrio entre la crónica periodística como tal y la ficción pura, el autor juega con una crónica novelada donde la realidad y la imaginación conviven sin conflicto alguno en la mente del lector.
Como hasta los ateos creen en algo, este libro es el instrumento ideal para viajar de manera muy entretenida por nuestras propias convicciones. Cuando el lector concluya seguro tendrá la satisfacción de una buena lectura y al mismo tiempo sentirá esa leve desazón que nos deja la tragicomedia de la vida impresa en blanco y negro.
Urioste Palomeque tiene un par de obras más por publicar, ambas como la primera, deliciosamente excelentes.