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Los Derechos para Humanos. ¿Y a Mí Qué Me Importa? (4)

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez *. 

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Cierro en esta entrega el cuadrilátero que quiero compartir sobre conceptos básicos de Derechos Humanos (DDHH) en lenguaje coloquial y con el énfasis en lo que puede ser útil para la cotidianidad de nuestra gente en México. Y lo hago con el tema que puedo asegurar es el que debería tener la mayor importancia para todos/as, pero con la certeza de que la diversidad de opiniones y la cantidad de ocupaciones que tenemos difícilmente permitan ver tal nivel de relevancia.

¿Qué te importa? Es una pregunta que podemos enfocar o al menos puede sonar como una grosería, por razones de su uso en nuestros primeros años, cuando al meternos en temas ajenos oíamos eso por respuesta. Pero en un sentido muy positivo, esta pregunta puede ser el mejor organizador de la forma de tomar decisiones o ser el filtro a través del cual pasar un problema para darle solución satisfactoria.

Ejemplifico. Para elegir pareja o decidir si formar una, puede haber muchos elementos distractores que nos lleven a decisiones equivocadas; están en nuestra historia, nuestra personalidad, lo que “dice la gente”, lo que nos aconsejan personas cuya opinión sí valoramos, en nuestro contexto y situación… como también están en las características, condiciones y vivencias que hemos tenido con quien puede convertirse en nuestra pareja, como en alternativas que tenemos para esperar u optar o temer… De entre todo ese ruido, posible caos, pregúntate: ¿A mí qué me importa? Si logras responder (honesta y claramente), muchas dudas quedaran resueltas de inmediato, fortalecerás el valor para afrontar incertidumbres y tendrás a la vista la ruta para andar hacia lo que realmente te importa.

OJO, este ejercicio es interno. Pues cuando le preguntamos a otra persona lo que le importa, se mezcla otro enorme saco de factores que pueden confundirnos más en el intento de saber. En el mismo ejemplo, si tú le pides a tu posible pareja que exponga lo que le importa, en lo que diga tienes que considerar, además, su capacidad expresiva y tu capacidad comprensiva, la confianza que hay para ser honesto, sus aprendizajes para decir las cosas directamente o adornarlas para que “sean correctas”, sus suposiciones sobre las intenciones de tu pregunta y las consecuencias de la respuesta, y así…

Entonces, la pregunta es básica y muy útil interna, personalmente, y no tanto hacia otra persona. La buena noticia es que para entender lo que a otra persona le importa hay una ruta más cierta y directa: mira lo que hace repetidamente. Diga lo que diga, lo que hace está motivado por lo que en realidad le importa. Ya sé, es obvio, es Psicología del Hilo Negro, es algo que sabemos, pero nos falta usarlo mucho, usarlo bien, usarlo sanamente.

En las tres ediciones pasadas de La Revista, y gracias a su amable generosidad, compartí las aristas de la forma en que entendemos o nos involucramos con los DDHH. Y me atrevo a decir que sería más útil considerarlos como los DERECHOS PARA HUMANOS, es decir, aquellos que apliquen a cualquiera, por sólo ser humano, en cualquier caso, respetando todas nuestras diferencias. Me concentro aquí en el caso de las personas que al oír del tema lo hacen con esperanza, con deseo de que se cumplan, con la vocación de que ya sean la base de nuestro funcionamiento social.

Podemos ver en el comportamiento de funcionarios, políticos, académicos y otras personas encargadas de su planteamiento y cumplimiento lo que realmente les importa. Encontraremos decenas de discursos y textos que nos inspiren o contagien de positividad en cuanto a que ya vivimos en una sociedad donde se respetan y protegen los DDHH; pero al ver las acciones que acompañan (o no) a esas letras, vemos pocos ejemplos de acciones estables y decididas en pro de lo que para nosotros/as tiene más importancia, de lo que consideramos correcto y de lo que suponemos que de hacerse mucho llegaría a funcionar.

No supondré maldad, corrupción o incompetencia, pues hablo en abstracto. Simplemente el comportamiento de muchas de esas personas nos hace ver que lo que más les importa está en otro sector, en otro resultado, en otro sentido. Por ello ni al caso usar estas páginas en decir lo que deberían hacer si es probable que ni me lean, pero aún si lo hacen, no es esto lo que les importa.

Así que escribo para quien sí le importa que las personas, en un tema, en un lugar, todas y YA, sean tratadas igual, con la misma dignidad, para que tengan la oportunidad de fortalecerse en ello y vivir y convivir mejor. Y el primer paso sugerido es que empecemos por lo que tenemos más cerca y nos importa más. Usemos menos tiempo en lamentar lo que no podemos solucionar y concentrémonos en lo que tenemos disponible para avanzar en el punto que más deseamos que YA cambie.

Si esta idea sirve, fortalezcámosla con dos ingredientes más, cuya ausencia suele frustrar la motivación de mucha gente honesta que ha intentado dar el extra o hacer un cambio. Hallemos a personas que coinciden con lo que queremos mover, que sí tienen la misma prioridad y están por ahora en el mismo canal; y no desperdiciemos el tiempo intentando convencer a quienes tienen otras prioridades, pues todo el esfuerzo y tiempo se lo estaremos quitando a lo que a nosotros nos importa. Y la otra es que fijemos la meta en lo que SÍ queremos que pase, que toda persona tenga, que, si ocurre, estaríamos satisfechos/as; sin conformarnos o desviarnos a sólo enmendar un caso, castigar o injuriar a un culpable, o ubicarnos en un mundo de ciegos con nuestro único ojo bueno.

Entonces, tres elementos: enfócate en lo que más te importa e inicia allí la batalla que SÍ VAS A LUCHAR HASTA GANAR, asóciate, únete con gente que de entrada coincide en querer que suceda lo mismo para hacer causa común y construyan la utopía (visualicen) hacia la que están dispuestos a lanzarse, para que su tiempo y recursos sean invertidos y no sólo usados.

El factor vital para la lenta implementación de los DDHH que me falta comentar, adicional a los mencionados en las entregas previas, se refiere a que tendemos a concentrar toda (la poca) atención en los casos extremos y en sentido negativo, además de luchar solos o hacerlo desde lejitos.

Así es como un caso sonado de alguien que viola la ley toma la atención de los que quieren atender en todo el País y su máxima aspiración es que luego de semanas o meses se le “devuelva la libertad” porque le violaron ese DH, y hay hasta quien festeja cuando sucede (me refiero a alguien adicional al liberado/a, que obviamente festeja pues además de que violó la ley y sigue en libertad, tuvo sus minutos de fama). Pero la pregunta es: si a ti te importa el DH a la libertad, ¿qué es lo que realmente quieres? Opciones: que se cumpla la ley, en ese caso, en cuanto a la libertad de esa persona; que se cumpla la ley sobre la libertad de cualquier persona; que, sin afectar la libertad indebidamente, se resuelva la violación a la ley; que no se viole la ley; o que todos los integrante de esta comunidad nuestra tengamos la certeza de no ser detenidos indebidamente y cumplamos la obligación de no violar la ley, y si alguien lo hace efectivamente se le castigue con la privación de la libertad o todo lo que se requiera para que no lo vuelva a hacer. Sólo pregunto…

Y así en lo que a ti te importa. ¿Quieres que se castigue a la directora de la escuela donde un niño baleo a varias personas o que tengamos un sistema educativo donde padres y maestros cumplan con sus deberes en la formación de personas que amen y respeten (y no usen balas)? ¿Quieres que se le pague una retribución a los inmigrantes indocumentados luego de que fueron agredidos o quieres que cada persona encuentre en su país las condiciones para una vida digna? ¿Quieres que se ponga una rampa en el acceso al palacio municipal o que nos tratemos como iguales, nos respetemos y seamos solidarios con las diferencias que representen desventajas?

El punto es que los DERECHOS PARA HUMANOS requieren tener por foco el tema deseable, y no sólo la solución del caso indeseable. Porque son derechos para todos, para ser mejores humanos; por ello no podemos conformarnos o comprar las distracciones o discursos que dan apoyo, casi caridad, o atienden un caso aislado y llamativo. Tenemos que ir por todo, al menos en el tema y contexto en el que nos toca vivir y con el que estemos dispuestos a decir: ¡A mí esto sí me importa!

Una golondrina no hace verano, como un caso no demuestra la voluntad política, ni la efectividad de la defensa y ejercicio de los DDHH. Una canción dice que el “verano es peligroso”, pero la verdad es que en este tema el peligro es lo desconocido: estar frente a frente con cada persona de nuestra comunidad y decir: “yo soy otro como tú” y dejar que pase lo que viene después… Qué miedo… Qué belleza… Que interesante expectativa…

*Jorge Valladares Sánchez
Consejero Electoral del IEPAC Yucatán.
Doctor en Ciencias Sociales
Doctor en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

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