La Revista

Los medios y el dinero oficial

Manuel Triay Peniche
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Sí, sí estoy asustando por tantos muertos del Covid en Yucatán, pero más que los números me asusta la gente, como que estamos normalizando la muerte, como que cada día nos importa menos y perdemos el miedo, y por tanto no nos cuidamos. Eso y otras cosas me tenían ocupado don Carlos, y quizá por eso no te había escrito, pero hoy desde que abrí los ojos tengo una pregunta para tí, y es que aún son las cinco de la mañana: ¿Cómo manejarías tu Diario en estos días que nadie lee, que todos estamos inmersos en las redes sociales?
En todo el mundo la prensa escrita he perdido lectores, los jóvenes y no tan jóvenes ya no leen periódicos porque tienen en su teléfono, al instante, todo lo que quieran saber y en diferentes versiones. La otra noche que salió Mauricio Vila a regañarnos lo hizo por redes sociales, pero antes nos avisó que a las 10 de la noche emitiría un mensaje sobre salud y, como era de esperarse el retorno a ley seca, la gente se volcó como loca a comprar trago. Tú hubieras publicado al día siguiente las consecuencias de esa medida y de muchos “tepos” que no pueden vivir sin alcohol.
Sí don Carlos, la situación se ha vuelto grave para los medios impresos incluyendo lógicamente al que fue tuyo. Pero sabes qué, a la debacle de las redes se ha sumado uno aún peor, tan destructivo o más que el Covid 19, y contra el que tu tanto luchaste. Sí, tenías pavor al dinero oficial porque temías que te pusiera de rodillas, te impidiera hacer ese periodismo vertical y honesto, combativo, que practicaste todos los días de tu vida. Aunque suene a grilla, tú sabías que tu periódico tenía la responsabilidad de ser los ojos y oídos de la gente, de cuidar sus intereses y, sobre todo, de orientarlos hacia la democracia y de inculcarles virtudes y valores para construir un mundo mejor.
A principios de los años 70, durante una reunión en Palacio, el gobernador Loret de Mola anunció una visita presidencial y lo que esperaba de ella en cuanto a obra pública y se dirigió a los reporteros presentes: Tú Ruy, diles en Novedades que quiero una plana, y la quiero a color; tú Eduardo, quiero también una plana en el Sureste, y tú, Manuel, dile a don Carlos que me de el espacio que sea su voluntad.
Así eras, no te ibas tras el dinero oficial y el gobierno y la gente lo sabían y eso le daba más valor a tu periódico. ¿Recuerdas, por cierto, que no recibías publicidad política? Era otra cosas que muchísimos no entendían, menos los del PRI que estaban en el gobierno y eso les caía muy mal de ti, porque al PAN le dabas todo gratuito. Pero eras fiel a tus principios, el PRI no pagaba su publicidad, la pagaba el Gobierno y con nuestros impuestos, y si a eso añadías tooodo lo que hacían en contubernio con nuestro dinero, pues iban a reinar para siempre y ningún partido hubiera podido contra esa maquinaria.
¡Aquellos tiempos don Carlos Menéndez! Qué problemas no tenías por sostener era rectitud, cuántas dificultades no pasaste. El propio Loret que se decía tu amigo, ordenó al menos en dos ocasiones el boicot a tu periódico, el primero encabezado por quien fuera su jefe de policía, el capitán Castro. Sería bueno contar algunas anécdotas pero tu no me ayudas, tú allá donde estás tienes toda la protección pero yo no, lo menos que me puede pasar es que me manden a don Covid, y ni sabría de qué lado, si del oficial o de algún medio que ojalá los vieras: todos son unos boletineros.
Sí, lo sé, no te gusta que yo diga estas cosas, callo mi boca. Adios.

Manuel Triay Peniche
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