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Los primeros 20 días 

Mitsuo Teyer Mercado
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Mitsuo Teyer Mercado
Asesor jurídico y político

Tan solo han pasado 20 días del gobierno de Joaquín Díaz Mena, y los primeros cambios en la manera de gobernar son notorios: cercanía a la gente y a medios de comunicación. Esto es natural en un gobernante que proviene de un estrato socioeconómico de clase media, del interior del estado, y que está poniendo su sello personal en la manera de gobernar.

En este corto período, sus colaboradores ya tienen claro el ritmo que marcará este gobierno, donde no hay fines de semana y las madrugadas se habilitan para trabajar. La inmediatez, característica de quien quiere mostrar resultados rápidamente, se convierte en un valor preciado para aquellos acostumbrados a este ritmo, mientras que para los que no, resulta pesado.

Desde el primer nombramiento de Omar Pérez Avilés, el mensaje fue claro para toda la clase política del estado: Gobernaré con mis incondicionales, pero con aquellos que realmente trabajen. No hay espacio para vedettes o divas, quienes sin duda ya han aparecido en varios frentes, demostrando que el orden institucional en la administración pública es muy, pero muy distinto al partidista. Aquí, hay controles, líneas e instrucciones que se acatan y no se discuten.

La desesperación es una pésima consejera, y muchos personajes, durante este último mes, han mostrado su verdadera naturaleza al gobernador. Como cobradores de Coppel, ya han hecho reclamos y chantajes directos, saltándose reglas, ignorando jerarquías, y cayendo en una política tóxica de reclamos infantiles. No comprenden que, en la profesión de gobernar, la paciencia no solo es una virtud, sino un requisito.

Algunas personas se sienten merecedoras de todo, adjudicándose el éxito de un triunfo a la gobernatura en el que colaboraron de manera muy limitada. Ante el ofrecimiento de una modesta dirección o jefatura de departamento, lo toman como un insulto, sintiendo que les recordaron cada letra del 10 de mayo, o peor aún, arremeten contra quien da la noticia. Sin embargo, jamás se les mintió. A todos los que colaboramos en la pasada elección se nos dijo por el propio Huacho: “Entre todos, incluyéndome, aportamos el 1% para la victoria.”

Así están las cosas. Hoy nos encontramos ante un gobierno en el que, aunque parezca tonto recordarlo, es necesario: las decisiones, en su tiempo, son responsabilidad de una sola persona. Quién se queda o quién se va es una decisión que se cruza, consulta y valida en el Palacio de Gobierno. El reto no es menor: es el primer gobierno de izquierda en la historia reciente de Yucatán, y solo hay un hombre al frente con la firme intención de dejar un legado claro en los próximos seis años.

Los siguientes 80 días serán un verdadero examen para quienes han entrado a la administración pública con una perspectiva equivocada sobre los retos que enfrentarán. Aquellos que pensaron que solo venían a cobrar un sueldo, y no a cumplir una encomienda, se llevarán una sorpresa. Este es tiempo de trabajo duro; lo demás —la grilla, el protagonismo— no tiene cabida, al menos en estos primeros días. Ya habrá tiempo para las luces electorales, pero hoy es tiempo de trabajar arduamente. El gobernador tiene claro lo que quiere y cómo lo quiere. Quien lo entienda, bien; y quien no, también. La puerta de la 61 x 59 es grande, muy grande: a veces se entra fácil, pero más fácil se sale.

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