Por: Eduardo Ruíz-Healy
En México sobrevivir es difícil para muchos y la Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), dada a conocer ayer por el INEGI,
muestra una dura realidad laboral que no debe ignorarse. Según datos de octubre
de 2023, la mayoría de las personas enfrenta una difícil situación.
La informalidad laboral, alarmantemente alta con un 55.4%,
revela una inseguridad y vulnerabilidad aplastantes para más de la mitad de los
trabajadores mexicanos. Esto significa que aproximadamente 32.9 millones de
personas se encuentran en empleo informal, excluidos de la seguridad social y
los beneficios laborales básicos, y en una constante lucha por la estabilidad
económica y una vejez digna. Este escenario no solo afecta individualmente a
los trabajadores, sino que refleja una economía frágil donde micronegocios y
pequeñas empresas están en un eterno estado de incertidumbre.
La subocupación es otro indicador preocupante porque
alrededor de 4.7 millones de personas o el 7.9% de los trabajadores, a pesar de
estar empleadas, quieren trabajar más horas, evidenciando así la insuficiencia
de las oportunidades laborales actuales, tanto en cantidad como en calidad.
Un 30.5% de la población ocupada, aproximadamente 18.1
millones de personas, se encuentra en condiciones críticas de ocupación, lo que
significa que tienen empleos precarios, caracterizados por insuficientes horas
de trabajo y/o ingresos bajos, empleos que no garantizan ni siquiera lo básico
para una vida digna.
Por otro lado, el hecho de que aproximadamente 20 millones
de trabajadores o el 33.7% de la población ocupada apenas gane lo suficiente
para alcanzar el salario mínimo es una clara muestra de la desigualdad
económica en el país. Estas personas reciben ingresos que apenas alcanzan el
umbral mínimo establecido por la ley y no son capaces de satisfacer sus
necesidades fundamentales y las de sus familias.
La brecha de género en la participación laboral muestra una
gran disparidad: mientras el 77.1% de los hombres tienen empleo, solo el 45.8%
de las mujeres lo tienen, representando 35.5 millones de hombres frente a 23.9
millones de mujeres. Esta disparidad pone de manifiesto el enorme desperdicio
de potencial humano y económico. La limitada participación femenina en el
trabajo representa una pérdida considerable para la productividad y el
desarrollo económico de nuestro país.
En conclusión, el mercado laboral en México se encuentra en
una encrucijada crítica. Los problemas de informalidad, subocupación,
condiciones laborales precarias, bajos ingresos y desigualdad de género son
síntomas de un sistema que necesita una transformación urgente. El sector
público y privado deben trabajar coordinadamente para encontrar las fórmulas
que permitan generar un entorno laboral más justo y equitativo, que promueva un
verdadero bienestar y progreso para todos los mexicanos.
Mientras el mercado laboral no sea capaz de generar empleos
dignos, formales y bien remunerados, el gobierno federal y los gobiernos
locales deberán seguir dándole dinero a la mayoría de los mexicanos.
Por eso, en 2024, 4.4 billones de pesos se destinarán a la política
social y el 70% de las familias mexicanas recibirán los beneficios de por lo
menos un programa social, lo que les permitirá enfrentar mejor su dura
realidad.
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