Por: Cristina Padín.
Cayó la tarde de septiembre en dorado y en mucho calor… Tal vez empezara el otoño.. en aquel pueblo gallego el verano seguía muy vivo. “En septiembre lo bueno termina” decía la canción que les enseñó el abuelo cuando eran pequeños… la recordaban como si fuera ayer… “en octubre todos ya en la escuela, en noviembre tose la abuela”..
No la recordaría, sin embargo, el abuelo. En el álbum familiar acariciaría fotos antiguas… y en aquella mujer vestida de blanco con sus jóvenes ilusiones al pie del altar no reconocería a su querida Asunta. La abuela. Ya fallecida. Sería incapaz de acordarse del primer beso, una noche de san Juan, de que hicieron el amor en verano..
Llenos de amor.
Los nietos acariciaban las manos arrugadas de aquel hombre tan trabajador. Tan tierno. Aquel al que el monstruo robó su nombre. El poder acordarse de que le gustaba ver torear a Manzanares padre, de que le fascinó leer desde que aprendió,,de que le encantaban el vino y las manzanas asadas y el café sin azúcar… Los nietos le amaban!
Con canciones, con aromas, con imágenes..
a veces el monstruo se despistaba.. y el abuelo evocaba el desayuno en la cocina a la vera de la lareira cuando era niño.. o en un segundo llamaba a cada nieto por su nombre.. o narraba con su voz pura alguna de sus anécdotas de vida… y en breve volvía el monstruo… y mataba la esperanza.
Pero qué bellos aquellos instantes…
Algún día se sabrá más sobre el Alzheimer, tan duro. Mucha fuerza a todos los que la sufren
Gracias a todos los que han recordado este día
He llamado Asunta a la protagonista en homenaje a la pequeña asesinada hace hoy nueve años
A los abuelos
A mi querido Luis
A Lourdes, hoy en Santiago, disfruta
A mi querido Manuel
A mi amigo Jm
A Galicia
A la memoria de Manzanares padre y a la familia
A la gente que lee
Al café sin azúcar y al vino
A septiembre: magia dorada
