Seis eran seis. Como seis suelen ser los que se lidian cada tarde: seis toros. Seis lances en la plaza con burel y torero al compás. Y seis sueños, seis posibilidades, seis de ole faenas de verdad y misterio..
Uno era sevillano y bohemio, gitano y con arte, matador y con alma. Gallista y Gallo.. dinastía de Gelves. La G de la grandeza. Y otro siempre sería bienvenido, de fuerza y de ley, con garra. Dinastía Bienvenida..
Un tercero era rondeño, de la Ronda que además de blanca es mística y redonda, la dinastía Ordóñez. Y también había uno que era mediterráneo y a la vez sevillano, tan de duende, tan especial. Dinastía Manzanares..
Y no hay quinto malo, era de porte y de galantería, de buena ley, de tierra conquistadora. Dinastía Posada. Y por último, y muy importante, México en la piel, la esencia, lo etéreo. Dinastía Silveti..
Seis eran seis. Seis libros. Eran seis libros dedicados a dinastías taurinas. Estaban en el salón de una casa donde se compraban y leían libros, una casa de verdad. Y estaban allí, contando historias del tiempo..
Se me ocurrió este cuento porque mi nuevo libro taurino trata sobre estas dinastías
A las familias mencionadas
A mi Ronda y mi Sevilla
A mi Luis
A las personas con grandeza y con sensibilidad
A Albriux
A mi México
Y al toreo: ayer, hoy y siempre
