Rubén Martínez Cisneros
Doña Eufrosina y su amiga Sinforosa leían con interés la revista La Semana Ilustrada para conocer los últimos gritos de la moda, encontraron el anuncio de la Zapatería del Elefante, ubicada en San José El Real 7, aquí en la Ciudad de México, ofrecía un catálogo ilustrado el cual se remitía gratis si se mencionaba el magazine antes citado.
Será bueno informarle a Gorgolata, que si le interesan algún par de zapatos ellos los pueden hacer llegar, “Tenemos más de 12 mil marchantes en el interior de la República que nos piden por correo su calzado…Dígasenos, si es posible, el número que trae el forro de su zapato, y en caso de no haberlo, tracése en un papel con un lápiz el contorno de la planta del pie”.
Yo solicitaré este choclo glasé negro, con el tacón muy alto y no está caro, le diré Apolinar, solo $6.00; a mí me gusta este Borceguí oscaria negra con suela doble, para mí cumpleaños se los pediré a Ruperto me los compre, cuestan $6.60.
Por cierto, en el libro Emilio Azcárraga Vidaurreta Un Empresario Ejemplar (1887-1972) escrito por Ma. del Carmen Olivares Arriaga, 2006, señala que el fundador de la estación de radio XEW y pilar de lo que hoy se conoce como Televisa, “En un principio trabajó como vendedor de zapatos, tanto en Tampico como en Veracruz, llegando a ser representante de una zapatería en la costa del Golfo de México”.
El escritor español José Martínez Ruiz conocido como Azorín, nos ofrece en su libro El Político, una serie consejos entre ellos sugiere, “El calzado merece mención especial; por él se conocen los hábitos y carácter de la persona; un excelente y elegante calzado realza toda indumentaria. Tenga abnegación bastante para desechar un calzado que está en buen uso”.
Agrega Azorín, “Digo abnegación, no mirando a la economía, sino pensando en que nada hay más cómodo y dulce que un calzado que se ha familiarizado ya con nuestro pie”.
Volvamos con el maestro Juan José Arreola y su malestar con el zapatero que compuso mal sus zapatos, “Sólo quiero decirle una cosa, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos …Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud…”.
El novelista Jorge Ibargüengoitia en su relato Las pinzas contenido en el libro La Ley de Herodes, narra la historia de “Un mendigo de pelo cano, bigote espeso…”, a quien le obsequió “unos zapatos que eran tan duros que nunca me los pude poner”.
Por lo pronto, no dejemos de visitar el Museo del Zapato ubicado en la calle de Bolívar 27, fundado el 1 de marzo de 1991, auspiciado por El Borceguí, no tiene costo el ingreso, el visitante apreciará 5 mil piezas de calzado y 1865 miniaturas de zapatos, apreciará un par de botas que pertenecieron al periodista Jacobo Zabludovsky entre otras personalidades. Una excelente colección de zapatos y un espejo que nos hará reír.