Por: Eduardo Ruíz-Healy.
El culpable de que haya tantos enfermos y muertos por COVID-19 en México es el pueblo bueno y sabio y no el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por lo menos eso es lo que dijo el viernes pasado el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell.
Al explicar por qué en México más de un millón de personas han contraído el COVID-19 y más de 100 000 de ellas han muerto por su causa, dijo que es porque no se cumplieron las condiciones para que hubiera menos víctimas fatales.
Explicó cuáles son esas condiciones: “que se respetan las medidas de seguridad sanitaria, que se mantienen los confinamientos, que las empresas que no tendrían que abrir, no abren; que los espacios públicos que no tendrían que abrir, no abren; que las personas se quedan en casa y no ocurrió”, y como eso “evidentemente no ocurrió”, se desprende que los culpables de la tragedia sanitaria son los que no respetaron medidas como la sana distancia, el uso del cubrebocas y el lavado continuo de manos; los propietarios o directivos de empresas que por alguna razón u otra, generalmente buscando la supervivencia de la misma, decidieron que siguieran operando; los que administran los espacios públicos; los que no se quedaron encerrados en sus casas.
Para este médico-burócrata de tercera venido a más, el gobierno al cual él pertenece no tiene la más mínima responsabilidad por lo que ahora sucede.
Como seguramente dicen no tenerla los gobiernos de los países que no obligaron a sus habitantes a obedecer al pie de la letra lo que los científicos recomendaron hacer para restarle virulencia a la pandemia.
El gobierno de México, como muchos otros, al verse forzado a elegir entre salvar a la economía o a miles de vidas, aparentemente optó por la primera alternativa sin que hasta ahora se vea que haya logrado hacerlo ya que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el producto interno bruto (PIB) de 2020 será 9.0% menor al de 2019.
La situación de México contrasta mucho con la de aquellos países que decidieron imponer estrictas medidas sanitarias para prevenir que el virus se esparciera, además de multas severas a quienes no las acataran.
China, que es donde se originó la pandemia, reportaba hasta ayer 86 431 casos de COVID y 4634 muertos por la enfermedad. Si consideramos que el país asiático tiene casi 1400 millones de habitantes, que son 999% más que los aproximadamente 128 millones que tiene México, es obvio que han funcionado muy bien las medidas sanitarias que el gobierno chino forzó sobre sus habitantes.
El pasado sábado, al dirigirse a los asistentes a la Cumbre Virtual de Líderes del G20, AMLO dijo que para enfrentar la pandemia decidió “Confiar más en la responsabilidad de la gente. Garantizar ante toda circunstancia la libertad y abandonar la tentación de imponer medidas autoritarias como el confinamiento excesivo o el toque de queda. Nada por la fuerza, todo por el convencimiento y por la razón”.
Si se toma en cuenta lo que dijo un día antes el subsecretario charlatán, muchos mexicanos no han actuado responsablemente para evitar contagiar y/o contagiarse de COVID. ¿Estará de acuerdo con él Andrés Manuel? ¿Debe seguir confiando en la “responsabilidad de la gente”?
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