Claroscuro, por: Francisco López Vargas.
Este domingo terminé de leer el libro “El Rey del
Cash”, escrito por Elena Chávez. Si quienes participaron en la marcha para
evitar que el Instituto Nacional Electoral se convierta en una dependencia del
gobierno lo hubieran leído, sabrían que pueden esperar todo del actual
presidente Andrés Manuel López Obrador.
La minimización de la marcha era la más básica de las
reacciones de quienes se creen dueños de las calles: 12 mil personas, dijo
Martí Batrés; 60 mil aseguró López Obrador; 200 mil decían los promotores; 640
mil personas el ex director del CISEN, Guillermo Valdés Castellanos; mientras una
app satelital americana estimaba 810 mil asistentes.
Al final, el número quizá no importe, pero sí que la
marcha se replicó en más de 60 ciudades del país, en cuatro países diferentes
ante las embajadas e México y que en la Ciudad de México no hubo desmanes,
vidrios rotos o comercios saqueados ni grafitis en muros.
El valor de la marcha es que la gente acudió a un
llamado por la violación que pretende hacer el gobierno de un derecho básico
que los mexicanos han logrado con base en golpes de presión a un gobierno que
tiene la obligación de respetarlos todos: el derecho al voto.
En Campeche, un estado gobernado por Morena, no pudo
evitar que cientos de personas desfilaran exigiendo su derecho al voto libre y
secreto mientras en Morena y sus dirigentes las mentiras continuaban: no decían
que las propuestas para los consejeros serán del gobierno federal porque el
Ejecutivo propondrá 20, el legislativo -que aun mayoritea Morena- propondrá
otros 20 y el Judicial -con visos de sometimiento presidencial- propondría otros
20, todos debiéndole al gobierno el cargo y cobrando por él mismo y generando
una dependencia nociva, cómo la hubo cuando en este país gobernaba el PRI.
Decir que el INE despilfarra es falso: una boleta
electoral cuesta, con papel seguridad y los sellos que los hacen
infalsificables, $.80, ochenta centavos; una credencial de elector
infalsificable con toda la información del ciudadano cuesta $11.58 y tratar de
desvirtuar los salarios de los funcionarios implica que no se venderían a ni un
partido que, dicho de paso, ya no tienen cuotas entre los consejeros y todos se
definen con base en sus resultados en exámenes de conocimientos.
Las mentiras del presidente y sus seguidores hoy en
Morena no han tenido límite: se atrevieron a saquear el Transporte Colectivo de
la Ciudad de México mientras la gobernaron; le quitaron un diez por ciento a
todos los trabajadores y a los de confianza los obligaron a pagar un 50 por
ciento de su salario como aportaciones voluntarias.
El rey del cash desnuda a un presidente que no tiene
nada de honrado, que su premisa siempre fue: “si te descubren te echas la culpa
y te quedas callado” con tal de no denunciar el saqueo al erario. Delfina
Gómez, ex alcaldesa de Texcoco y posiblemente candidata a la gubernatura por
Morena fue sorprendida haciendo lo mismo y fue sentenciada como delincuente
electoral aunque hasta hoy sigue sin castigo.
El libro abre la puerta a un Marcelo Ebrard protegido
de sus errores que costaron la vida a jóvenes y policías de la capital del país
y que pasaron otros por él; desnuda su transa en la línea 12 del metro, cuyas
fallas y errores por abaratar los materiales del proyecto original han cobrado
la vida de más de 20 pasajeros. Marcelo dejó morir linchados a tres policías
que investigaban narcomenudeo en Tláhuac.
El libro no cuenta nada que sea novedoso en la
política mexicana, pero si narra el modus operandi de una gavilla de políticos
vigentes desde los 80’s saqueando el erario para sostener y mantener no sólo
sus aspiraciones políticas y estilo de vida a costa del erario, de los
trabajadores y de los ciudadanos. Además, haciendo pasar por decentes, honrados
y hombres de honor.
La manifestación del domingo pasado abre una puerta
que todos deberíamos agradecer al presidente nos la haya mostrado: somos
ciudadanos y conocemos que estamos dispuestos a hacer para evitar que nos
arrebaten derechos ganados a pulso y entendimos que los derechos se tienen que
defender diario, todos los días para evitar que gobiernos atrabiliarios y
mesiánicos nos los quiten haciéndonos creer que es por nuestro bien.
Andrés Manuel nos hizo un gran favor: nos sacó de la
zona de confort, nos hizo marchar en defensa de un derecho ciudadano y humano
básico y nos recordó que los mexicanos somos los poderosos porque lo llevamos
hasta a él a la presidencia a pesar de que nos mintió nos engañó y nos
traicionó porque nunca ha sido el hombre honesto, honrado, desinteresado,
luchador social y ejemplo de humildad que nos ha vendido todos estos años.
Andrés Manuel no es un vulgar ladrón, no. Es uno que
no deja huella, que es capaz de pactar con los peor para lograr sus causas y
luego no reconoce que dio su palabra para ello.
Hoy tenemos un presidente que le ha sido fiel a su
esencia: prometió respetar la constitución mexicana, las leyes, ser presidente
para todos y hacer un gobierno austero y con pobreza para darle todo a los más
pobres del país y darle el mejor servicio que merecen los ciudadanos: en todo
mintió y hoy sabemos que su oferta de campaña era falsa como lo ha sido él
hasta con quienes lo han apoyado.
López Obrador es el rey del cash, el rey de la mentira
y la farsa y un personaje siniestro que sólo usa a los más pobres para sus
fines y, cuando lo logra, se despacha con la cuchara más grande para cumplir
sus sueños onerosos y esos sueños los vemos todos: un tren maya, otro
transitsmico y una refinería, un aeropuerto y poco le importa si funciona o no.
El chiste es salirse con su gusto y cumplir su sueño de la 4T, esa que en
Campeche sigue el guión al pie de la letra, a pesar de los campechanos.