En la pantalla, por: David Moreno.
Uno de los grandes aciertos de Mentiras es que habla sobre un presunto caso de violación desde las dos perspectivas más importantes que puede tener un asunto de esta naturaleza: la del señalado como culpable y la de la presunta víctima. La serie planteará, de manera muy inteligente, dudas razonables en el espectador que le provocarán una reflexión en torno a una acusación de esta naturaleza, partiendo de la siguiente premisa: hasta donde existe un abuso en un acto en el cual solamente han intervenido dos personas y que tiene tintes de haber sido consensuado por ambos – adultos al fin y al cabo – pues no hay signos de violencia física, ni la persona que es señalada tiene antecedentes comprobables que lo señalen como culpable.
Mentiras cuenta la historia de Laura (Ángela Cremonte) una maestra de literatura recién divorciada que es invitada a cenar por Xavier Mena (Javier Rey), un prestigiado médico y padre de uno de sus alumnos. La cena transcurre con toda normalidad y Laura invita a Xavier a tomarse una copa de vino en su casa al término de la misma. A la mañana siguiente se despierta sin mucha conciencia de lo que sucedió la noche anterior. En un principio le agencia ese olvido al alcohol, pero conforme van pasando las horas comienzan a surgirle dudas en torno a lo sucedido y comienza a sospechar que fue drogada por el médico para abusar de ella. Cuando las dudas, se van convirtiendo en certezas, decide presentar su caso ante las autoridades. Existe empatía por parte de los agentes designados para realizar la investigación, pero eso no es suficiente. Laura tendrá que enfrentarse a todo un sistema con base – en un principio – en su palabra. Enfrente tiene a un reputado médico, padre ejemplar y un miembro destacado de la sociedad. Las dos versiones van a enfrentarse, van a ponerse en tela de juicio, para intentar resolver el asunto: tuvieron relaciones consensuadas o se trató de una violación.
Lo mejor que tiene Mentiras es -insisto- provocar que el espectador también tenga dudas respecto a lo sucedido. Ello no solamente se produce por los testimonios de los dos involucrados sino porque quienes están en el contexto personal de ambos tampoco tienen claridad en el asunto y la investigación no arroja resultados concluyentes. El caso muestra lo complicado que puede ser el demostrar una violación en un sistema que aparentemente está diseñado para apoyarla pero que carece de las herramientas suficientes para transformar ese apoyo en evidencia sólida, incuestionable. Laura tendrá que tomar, como sucede en la gran mayoría de estos asuntos, acciones para intentar demostrar que lo que le ha pasado no es producto de una crisis emocional o de una confusión. Ello le llevará a confrontar a su presunto abusador en más de una ocasión y a enfrentarse a él en situaciones de franca desventaja. Por otro lado Xavier intentará demostrar que no es culpable en una situación que rebasa a lo judicial y se instala en la opinión pública, particularmente en redes sociales en donde la presunción de inocencia desaparece y quien es condenado inmediatamente con todas las consecuencias que ello trae consigo para su vida laboral, social y, lo más importante, la familiar.
Si bien es cierto que lo anterior va desvaneciéndose conforme avanzan los episodios para diluirse en un intenso pero convencional thriller policíaco, Mentiras es un producto de ficción audiovisual que invita al espectador a reflexionar sobre los abusos y el grado de sofisticación que se puede alcanzar para encubrir un asunto de esta naturaleza en donde lo social ha terminado por rebasar a lo judicial y en los que se alcanzan altos grados de sofisticación para encubrir a los presuntos culpables particularmente si pertenecen a grupos sociales con poder e influencia.
Mentiras está disponible en Netflix.
