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Mesías

David Moreno
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En la pantalla, por: David Moreno

david.malborn@gmail.com

La fe es algo que no exige evidencia. Quizá por ello cada vez son más las personas que en un mundo en el que el ser humano ha ido encontrando respuestas a cuestiones como los orígenes del Universo y la Vida, son cada vez más las mujeres y los hombres que han ido renunciando a la creencia en entidades superiores que intervienen en el devenir de la historia y en las vidas personales de quienes habitan el planeta. Pero a pesar de que el escepticismo ha ido ganando terreno, todavía existen barreras religiosas que separan a los habitantes del mundo. Barreras que al ser levantadas por dogmas inamovibles y sustentados por la fe son prácticamente infranqueables, indestructibles. De un lado a otro de estos muros aún viven personas que piensan que sus creencias son verdades absolutas y que por lo tanto la concepción del mundo que nace a partir de las mismas es la que debería prevalecer por sobre cualquier otra.

Cada una de las concepciones religiosas del mundo tiene a sus profetas, a sus iluminados y a sus santos. La mayoría de sus vivencias están escritas en arcaicas escrituras que, increíblemente, aún siguen siendo referentes para determinar los comportamientos y la relación que muchos seres humanos guardan con el mundo. Pero curiosamente, existe en los dos pensamientos mitológicos más importantes, predominantes y enfrentados como lo son el Cristianismo y el Islam una figura en común: la de Jesús. Ambas religiones comparten la creencia de que el nacimiento de Jesús fue un hecho milagroso y mientras para unos es el salvador de la humanidad, para el Islam es el profeta más importante después de Mahoma. Curiosamente es alrededor de la figura de Jesús como pueden tenderse puentes entre ambas religiones.

Tal puente es el que aprovecha Mesías de Netflix para tejer una historia que parte de la siguiente premisa: ¿Qué pasaría si en este mundo escéptico apareciera una figura en Medio Oriente, en el medio del mundo islámico pero con una postura profundamente cristiana, cuál sería la reacción del cristianismo ante un hombre cuya personalidad, milagros y atributos corresponden a los que tuvo en su momento Jesús de Nazaret? La serie juega con esta idea desde el principio cuando en medio del conflicto Sirio aparece un profeta que, de acuerdo a testigos, logra detener la destrucción de Damasco con una tormenta de arena. Eso le genera un número importante de seguidores a los que guía hasta la frontera con Israel provocando una crisis humanitaria que inmediatamente hace que la CIA voltee a verle y que se convierta en un fenómeno mediático. Para muchos la aparición de Al-Masih – que es como sus seguidores comienzan a llamarle – es la respuesta a la esperanza que ha movido a fieles durante siglos: es el anunciado retorno del Mesías, mientras que para otros se trata de un charlatán más.

A pesar de lo interesante de la premisa, la serie desperdicia la oportunidad de ahondar más en el impacto que podría tener una persona capaz de reconciliar a cristianos y musulmanes con base en la fe al decidir convertirse en un thriller de espías en el cual lo más importante descubrir el origen humano que evidentemente tiene el supuesto Mesías. Eso la convierte un producto entretenido pero carente de una profundidad temática en la cual podría estar cuestionada toda una concepción del mundo, toda la manera como nos hemos enfrentado a la realidad. A pesar de eso, logra presentar interesantes conflictos morales particularmente los que rodean a la familia del pastor de una pequeña iglesia en Texas, la cual padece de una crisis en su fe, y la de un agente del Mossad Israelí atormentado por acciones que tenido que tomar en su labor policíaca. Toda la investigación para tratar de averiguar el origen de la figura mesiánica, está dirigida por una agente de la CIA llamada Eva Geller quien sufre también de problemas personales, pero que antepone – como suelen hacerlo todos los agentes de ficción – su labor por la seguridad de su país a su propia persona. El personaje de Al-Masih es presentado con una predecible y poco humana aura de misterio que lo aleja y lo divide de los mortales. Tal vez hubiera sido mucho más interesante hacer del Mesías alguien con características más afables, alguien con quien se pueda sentir empatía a pesar de ser un ente supuestamente superior.

Mesías cumple con mantener al espectador en espera del desenlace, pero no deja de sentirse como una serie más y no como una que pueda destacar por la manera como está filmada, por salirse de todo lo que uno espera de un thriller, de un producto audiovisual de ficción que involucre a ciudadanos, gobiernos y espías. Sin embargo lo que la serie sí consigue es generar en el espectador la idea de que todo acto, toda situación y todo supuesto milagro requiere cada vez más de evidencias que lo sustenten, y que la fe no genera respuestas sólidas que puedan explicar el caos en el que el mundo se ha convertido.

La primera temporada de Mesías está disponible en Netflix.

David Moreno
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