Enrique Vidales Ripoll
@chanboox
Que, si un funcionario público de un tiempo muy cercano se hizo de propiedades, tiene ranchos, lujosas casas o hasta yates, en México no pasa nada.
Que, si un burócrata no atiene bien a la ciudadanía, que no se esfuerza en encontrar una solución a los problemas que debe satisfacer en la función pública asignada, en México no pasa nada.
Que, si un personaje de la clase política falta a la verdad, a la probidad y al honor, en México no pasa nada.
De qué sirven tantas promesas de campaña, si al final, cuando se llegue al poder se repetirá la misma historia: ¿No va a pasar nada?
Sin embargo, estamos al día de los chismes y la grilla política. Mucho más en este mundo de las redes donde es fácil construir medias verdades y medias mentiras, memetizar los hechos públicos, viralizar la ridiculización de la conducta y decisión política y social, así como, criticar en el anonimato para denostar contra cualquiera sobre todo cuando piensa diferente a uno.
Pero en México no pasa nada, aunque parece que vivimos un mundo al revés. Lo público pretendemos que sea privado, mientras que lo privado lo convertimos en público. Todo depende del cristal por medio del cual se mira. Al final nada es verdad y nada es mentira, solo depende de la forma en cómo se vea, analicen y juzguen las cosas.
Nos quejamos de la corrupción, pero todos los días no solo la solapamos, sino que, ante la mínima oportunidad, no dudamos de aplicarla. Así es el sistema, nos justificamos a nosotros mismos.
Hemos interiorizado reglas como “el que no tranza, no avanza”, o lo que es lo mismo, la ley de Herodes “o te chingas o te jodes”. Así que somos complacientes contra los demás, porque eso mismo esperamos que en correspondencia lo hagan a favor de nosotros, si estuviésemos en la oportunidad. Es un intercambio de complicidades que estabilizan al sistema de vida del mexicano.
México es como es porque así hemos querido que sea los mexicanos. Seamos claros y dejemos la ambigüedad. Con más razón en estos tiempos de decisión política de relevancia.
Ojalá que puedan existir más mexicanos que seamos conscientes de lo que dejamos de construir para el bien del país. Mientras tanto, parecería que el conformismo a ser los “borregos” del sistema es la clave de la supervivencia social.
Somos el país donde no pasa nada.