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México en el Tablero de la Transición Venezolana ¿Silencio Estratégico?

Daniel Sequera Vargas
Daniel Sequera Vargas
Abogado. Asesor de Comunicación Política.

Daniel Sequera Vargas

El 8 de agosto, los venezolanos y el mundo entero fueron testigos de un comunicado conjunto emitido por Brasil, Colombia y México en relación a la más reciente crisis política en Venezuela, los resultados electorales. Este comunicado, breve pero contundente, subrayaba la importancia de que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela presentara los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio, desestimando al mismo tiempo la intervención del Tribunal Supremo de Justicia Venezolano como árbitro en este conflicto. Además, los tres gobiernos hacían un llamado a la calma en las calles y a la protección de los Derechos Humanos durante las manifestaciones.

Para muchos venezolanos, este comunicado llega con el peso del desencanto. Después de 25 años de promesas vacías y acciones internacionales que se quedan en palabras, el mensaje no parece diferir mucho de los anteriores. La solicitud de resultados, más de 10 días después de las elecciones, en un contexto donde varias naciones y organizaciones ya han reconocido la victoria de Edmundo González Urrutia, da la impresión de ser un esfuerzo tardío, quizá incluso un intento velado de dar aire al régimen de Nicolás Maduro.

Sin embargo, un análisis más profundo y atento revela que este comunicado podría tener implicaciones más serias de lo que aparenta. En relación a la desestimación del TSJ como arbitro,  descartaría futuros escenarios planteados por líderes de la región, como una convocatoria a nuevas elecciones, frente a la anulación de las elecciones por parte del tribunal y, al mismo tiempo, sirve para descriminalizar a los líderes opositores que han desafiado las órdenes del máximo tribunal. Este mensaje también deja claro que no están dispuestos a ignorar las evidentes violaciones de derechos humanos en Venezuela, aunque el mayor peso del comunidadi se encuentra en la solicitud de transparencia en los resultados electorales.

El presidente Lula da Silva, de Brasil, había instado a Maduro a reconocer los resultados electorales incluso antes de las votaciones, mientras que Gustavo Petro, desde Colombia, calificó la inhabilitación de Machado como un “golpe antidemocrático”. En este contexto, el silencio de México hasta la emisión del comunicado era ensordecedor, lo que hace que su papel en esta ecuación sea aún más intrigante. Los presidentes de Brasil, Colombia y México, todos cercanos a Maduro tanto personal como ideológicamente, se reunieron virtualmente el 7 de agosto para discutir la crisis venezolana. De esa reunión surgió la solicitud oficial de los resultados electorales, pero ¿qué diferencia a esta petición de las realizadas por otras naciones? La clave podría estar en quiénes hacen la solicitud. No es lo mismo recibir demandas del imperio Yankee que de aliados históricos en la región.

La posición de México en este contexto es especialmente relevante. Se ha especulado que la nación azteca es quien mantiene una línea de comunicación abierta con Maduro, lo que podría explicar su silencio estratégico. México, bajo la administración de López Obrador, ha mantenido una política exterior basada en la Doctrina Estrada, que aboga por la no intervención y el respeto a la soberanía. Esto ha generado críticas, por lo que algunos perciben como una postura tibia frente a las crisis internacionales.

No obstante, esta aparente neutralidad podría ser la razón por la cual México emerge como un candidato ideal para liderar una posible negociación y transición en Venezuela. La sutileza y discreción que caracterizan a la diplomacia mexicana podrían ser precisamente lo que necesita Venezuela en estos momentos críticos.

Para Brasil y Colombia, el interés es más evidente. La crisis migratoria venezolana ha impactado fuertemente a la región, especialmente a los países vecinos. Además, la izquierda latinoamericana busca distanciarse de la figura de Maduro, como lo demuestra la sorprendente crítica de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.

Pero, ¿por qué México debería involucrarse en esta situación? Aunque México ha recibido un número significativo de migrantes venezolanos, la crisis migratoria no parece ser un tema que complique la dinámica mexicana, años de inmigración le han dado herramientas para lidiar con ello. Aquí es donde entra en juego la presidenta electa Claudia Sheinbaum. El potencial rédito político de liderar una transición exitosa en Venezuela podría consolidar su liderazgo regional y darle un impulso estratégico al inicio de su sexenio.

Actualmente, María Corina Machado, como líder de la oposición venezolana, ha buscado acercarse a los medios de comunicación mexicanos e incluso ha dirigido mensajes directos a Sheinbaum. Esto plantea la pregunta: ¿Estamos presenciando los primeros pasos hacia la definición de las bases de una negociación? ¿Sheinbaum continuará con el estricto apego a la Doctrina Estrada, o buscará empezar a escribir su propio capitulo en la historia mexicana?

En un momento en que la región busca reconfigurarse, México podría optar por ser “cabeza de ratón” en lugar de “cola de león”. La forma en que Sheinbaum decida jugar esta carta podría tener repercusiones profundas, no solo para Venezuela, sino para la posición de México en la política latinoamericana.

Daniel Sequera Vargas
Daniel Sequera Vargas
Abogado. Asesor de Comunicación Política.

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