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México solidario, con Perú y su pueblo

Editorial La Revista Peninsular
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La crisis política que se vive en Perú volvió a llegar
a un punto de quiebre. Ante la posibilidad de ser destituido por el poder
legislativo, el ahora expresidente Pedro Castillo tomó la decisión de disolver
el Parlamento y decretar toque de queda en todo el país. Esto fue interpretado
como un intento de golpe de Estado por lo que los parlamentarios hicieron caso
omiso de la decisión presidencial y votaron en favor de la destitución de
Castillo, quien al poco tiempo fue detenido por las autoridades peruanas.

Perú ha estado envuelto en una aguda inestabilidad
política durante varios años. Desde la década de los noventa con Alberto
Fujimori, el país andino fue escenario de intentos de golpe de Estado y
disoluciones de parlamentos. Esta situación ha continuado en tiempos más
recientes, como se pudo observar en el 2019 cuando el entonces presidente
Martín Vizcarra disolvió el Congreso; un años más tarde, en el 2020, fue
removido por el nuevo Parlamento y la presidencia fue ocupada por Manuel
Merino, quien duró en el poder menos de una semana tras una ola de protestas
que fueron violentamente reprimidas por su gobierno. Posteriormente, entró al
poder Francisco Sagasti, pero sólo de manera provisional en tanto se celebraban
los comicios que darían la victoria a Pedro Castillo.

Los motivos por los cuales se buscó terminar de manera
anticipada las administraciones de los mandatarios fueron principalmente por
acusaciones relativas a corrupción, el caso Odebrecht y abuso de poder. De
hecho, este tipo de señalamientos también pesan sobre presidentes peruanos que
sí terminaron sus periodos y hoy están siendo investigados o juzgados, como
Ollanta Humala, Augusto Toledo y Alan García. Este último, por cierto, se
suicidó con un disparo en la cabeza cuando las autoridades peruanas estaban a
punto de arrestarlo.

Antes de intentar el golpe de Estado, Pedro Castillo
estaba siendo investigado por enriquecimiento ilícito y plagio en una tesis de
Maestría que había escrito hace una década. Castillo ya había salido avante de
dos intentos de destituirlo por parte del Parlamento, pero parece que creyó que
la tercera era la vencida pues, horas antes de que los parlamentarios volvieran
votar sobre su permanencia en el cargo, anunció que disolvería el Congreso.
Esta decisión fue rechazada por las diversas fuerzas políticas de su país e
incluso por miembros de su gabinete que renunciaron ante el evidente golpe de
Estado.

El Parlamento peruano hizo caso omiso de la
disposición de Castillo debido a que atentaba contra del orden constitucional y
dictó su destitución por “incompetencia moral”, el cual es un concepto que
alude a faltas relativas a corrupción. De igual manera, el poder legislativo
peruano puso en la presidencia a la entonces vicepresidenta Dina Boluarte, hoy
primera presidenta del Perú. Boluarte ocupará el cargo hasta el 26 de julio del
2026, fecha en que hubiese terminado Castillo.

Al ver que no contó con respaldo político en su país,
Pedro Castillo intentó darse a la huida, pero fue detenido por las autoridades
peruanas; a las acusaciones que tenía en su contra antes, se suman ahora las
que se desprenden de su intento de golpe de Estado.

Nuestro país se vio involucrado en este conflicto ya
que Castillo intentó buscar asilo en la Embajada mexicana, pero no pudo pues
ciudadanos y policías anticiparon esta vía de escape y rodearon la sede
diplomática para evitar el ingreso del expresidente. Andrés Manuel López
Obrador confirmó que el peruano contactó a Palacio Nacional para buscar asilo y
que este le fue concedido. Además, el presidente mexicano, contraviniendo la
política de no-intervención, respaldó a Pedro Castillo y dijo que el
exmandatario peruano fue obligado a actuar de esa manera debido a que las
élites de Perú lo confrontaron y atacaron desde que inició su gobierno.

Afirmar que la situación que atraviesa Perú es
complicada es decir poco. Esta es una crisis de muchos años que involucra una
intensa polarización entre instituciones y personas. Es digno de aplaudir el
espíritu de rechazo a la impunidad, pero son preocupantes los atentados contra
el orden constitucional que trae consigo la disputa entre poderes de Estado.
Esperemos que la nueva presidenta y las fuerzas políticas puedan construir un
sistema que brinde estabilidad y tranquilidad a nuestros hermanos peruanos.

¡Solidaridad con Perú y su pueblo!

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