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México ya no es un país de paso para el norte, ahora es un destino final para los inmigrantes

Ismael Méndez Camargo
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Por: Ismael Méndez Camargo.

Éramos muchos en casa y parió la marrana, decía el refrán de antaño en cuanto a los problemas ya existentes, y aparecían otros nuevos. Este refrán popular de los años cincuenta del siglo pasado viene a colación con el aumento de migrantes que han llegado a nuestro país con un objetivo doble, huir de sus problemas de hambre e inseguridad de sus países, al conseguir un medio básico para vivir en México con un mínimo de cuestiones alimenticias y de estabilidad en general. En años pretéritos centroamericanos y caribeños llegaban a nuestro país con la intención de usarlo solo como un trampolín para llegar al sueño americano del país vecino del norte, pero hoy en día ante los más difíciles obstáculos para cruzar la frontera de los Estados Unidos, muchos han optado quedarse en nuestro país para radicar definitivamente.

Decir que ahora en nuestra patria, el horno no está para bollos es adherirse a la realidad de que si el gobierno no ha podido dar la las clases medias y bajas una estabilidad real de bienestar, quedando solo en politiquerías electorales ya que cada día hay más personas vulnerables en la adquisición de la canasta alimentaria, accesos a la salud, la vivienda, educación, entre otros y ahora con la llegada de otras personas de países vecinos del sur que se cuentan por miles, sin duda empeorará los conceptos antes señalados en este párrafo. Antes eran los de América Central, ahora los venezolanos y cientos de cubanos que han obtenido en algunos casos la residencia temporal, pero otros están de forma irregular y si a eso agregamos los indígenas de estados vecinos que llegan a las ciudades buscando medios para sobrevivir hacen caótica la convivencia en las urbes ante la miseria de sus comunidades de procedencia.

Mérida, Cancún, Ciudad de Campeche, hablando del sureste de México son las áreas citadinas donde llegan cada día un ola de migrantes, lo que hace cada día más difícil una convivencia empática de la ya de por si complicada situación, con asientos irregulares, invasión de predios, delincuencia, empleos informales sin ningún tipo de seguridad social. Si hacemos hincapié a casos concretos, podemos hablar de los cientos de niños y niñas chiapanecas que deambulan por la ciudad meridana, pidiendo limosnas o vendiendo ropa típica de sus lugares de origen, pero lo grave del asunto es que forman parte de una red de explotadores que viven de este delito, pues en México el trabajo forzado infantil se encuentra tipificado como tal y más cuando se atenta contra integridad de los menores.

Caso reciente fue el fallecimiento de un niño de la etnia huichol que pedía limosna en las avenidas del norte de la ciudad, que resultó atropellado por una conductora, lo que le ocasionó la muerte y que durante varios días el cadáver no había sido reclamado y todo parece ser que el hoy occiso era regenteado por una red de abusivos que también vienen de Chiapas, pero también ya se han detectado negreros yucatecos que se enriquecen de los menores sin escrúpulo alguno y sin proporcionar el mínimo de protección, ya que les quitan el dinero de las limosnas. No podemos omitir el gran número de mujeres de origen colombiano, ecuatoriano, guatemalteco entre otros que han venido a incrementar las filas de mujeres de la vida galante, sobre todo en el rubro de las bailarinas, prostitutas, damas de compañía que son regenteadas en muchas ocasiones por sus proxenetas, según reporta la delegación de inmigración en Yucatán.

Hablando de situaciones más amables, también se han visto afectados los empleos temporales y permanentes de los yucatecos, ya que los voraces empresarios prefieren contratar personas indocumentadas, que buscan el dinero fácil para al menos sobrevivir sin ningún tipo de seguridad social. El número de robos a casa habitación se ha visto incrementado por delincuentes que no son de nuestro estado, quedando claro, que no vienen buscando mejores oportunidades para vivir, sino también buscan recursos de manera ilegal, pues la gran mayorías de las citadas personas no tienen formación escolar, consecuentemente es por eso que el gobierno norteamericano los consideran non gratos. En resumen los mencionados ya no son migrantes de paso y forman ahora un problema social más para los yucatecos y todos los mexicanos.

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