Claroscuro, por: Francisco López Vargas.
Siempre he dicho que en lo personal no sería nada de lo que hoy soy si mi madre se hubiera arredrado de los problemas que tuvo desde que nací. Divorciada, despojada de su casa propia, encarcelada y perseguida por haber entrado a su propia vivienda.
La colusión del gobierno de Carlos Sansores Pérez con quien debía cuidar de mi madre sólo provocó que tuviéramos que irnos de Campeche.
Sin conocidos en la Ciudad de México, vivimos en cuartos de azotea, lavó ropa y arregló casas cuando no había de otra para llevar comida a la casa. Un ángel apareció en nuestra vida: Rosalba, quien se convirtió con su hermano Felipe en un remanso de paz y de apoyo en esos días. Nos dieron casa, certezas y gracias a ellos hubo al fin un dejar de peregrinar por años.
La historia que les narro no es distinta a la que han padecido muchas mujeres con sus hijos a cuestas. Los hombres, algunos por desgracia somos peores, las usamos y pocas veces las vemos como lo que son realmente: compañeras de vida, socias en la construcción de un futuro juntos, dadoras de vida.
Muchas culpas debemos de expiar quienes nacimos como el sexo fuerte sin darnos cuenta que las fuertes son muchas veces, la mayoría, quienes son abandonadas, quienes son golpeadas, quienes son violadas por maridos ebrios, por maridos que sólo las usan como parapeto de un compromiso social falso.
No podemos dejar de decirlo: los hombres estamos en deuda con esos seres que no sólo nos dan felicidad, goce y descendencia sino que saben ser solidarias con quien eligieron para ser pareja.
Vivimos los tiempos del horror para las mujeres. Primero supimos con terror que las mataban en Ciudad Juárez. Nunca pudo comprobarse que fuera un asesino serial el que las victimaba. A diario se encontraban cadáveres, fosas clandestinas y sabíamos, por desgracia, que cuando desaparecían sólo aparecerían muertas.
Vivimos los tiempos en los que en Hidalgo hay sociedades –incluidas mujeres- que viven de someterlas, de venderlas, de esclavizarlas sexualmente para tener dinero y poder.
Hoy, los varones mexicanos asistimos a esa rebelión de seres que están hartas del abuso, del asesinato a sangre fría, de la indiferencia que equipara sus muertes o que prefiere verlas como un intento de desprestigiar a un gobierno, a ese que ofreció igualdad, justicia, pero sobre todo sensibilidad en días donde la frivolidad y la indiferencia reinaban.
Un país que cada vez necesita más leyes sólo exhibe su falta de sensibilidad, de acuerdo, de respeto que llega al límite de inventar leyes contra el feminicidio, la trata de personas, para la infancia y la niñez, para los indígenas… como si no fuéramos todos iguales. Tanto duele que haya maltrato como indiferencia. Imaginémonos lo que duele, lo que sufre el que pierde a un ser querido sin saber donde buscar, donde encontrar, a quien acudir, a quien exigir.
La rabia acumulada no es gratuita. Están matando mujeres, están matando niñas y niños, están traficando con ellos, con lo que podrían ser hermanos, sobrinos, hijos o nietos de cada uno. ¿Para dónde volteamos la cara?, ¿qué haremos cuando sea alguien cercano a nosotros?, ¿qué haremos cuando la tragedia nos toque a la puerta?
Qué bueno que la indiferencia del gobierno se topó con la solidaridad de quienes vemos no sólo urgente sino inaplazable el hacer algo, en dar resultados, en salir a la calle a manifestar que ya basta y este nueve de marzo me solidarizaré y haré todo lo que esté en mi para manifestarles no sólo solidaridad y afecto sino también esa disposición para tratar de lograr que tengan ese respeto que les debemos sus hijos, sus maridos, sus hermanos, sus padres. Reconozcámoslo: sin mujeres no seríamos nada.
Lío Limítrofe
“Las cifras más recientes que validan la situación –la crisis del sur-sureste del país- corresponden al INEGI, que indica lo siguiente: la economía cae en Tabasco, Campeche, Chiapas, Oaxaca y ahora también en Quintana Roo, de acuerdo con datos correspondientes al tercer trimestre de 2019. Bajaron entre 2.2 y 4.2 por ciento en un año, decía una columna de El Financiero, la semana pasada.
En el que ha sido el paraíso vacacional de la región, la inseguridad ha empezado a golpear. Se reducen las visitas, se aleja el turismo, los springbrackers no llegarán y pareciera que no encuentran como paliar la caída, esa que no es igual en todo el país pero que en México significa no sólo no crecer sino hacerlo de manera negativa.
Por desgracia, el lío limítrofe reeditado con Campeche y Yucatán es parte de esa cortina de humo que trata de desviar la atención en tiempos electorales, en tiempos donde la exigencia de resultados es más elevada. Ese conflicto, no sólo ya fue dirimido sino que se recicla a conveniencia para tratar de desviar la atención en diferentes momentos sobre todo en Quintana Roo.
Ojalá Campeche y Yucatán entiendan que unidos logran más porque el recién nacido Quintana Roo ya perdió una vez el caso. En tiempo electoral ¿“todo vale”? Pareciera que sí y hasta los eternos aspirantes a gobernar las entidades se inmolan ante el respetable para jalar su ateción y que los votantes reflexionen que ellos están dispuestos a dar “su sangre” antes que dejar que les quiten un pedazo de territorio.
El Carnaval de Mérida
Este año el carnaval de Mérida regresó a las colonias populares. El ayuntamiento está promoviendo en los diferentes sectores de la capital el resurgir de esa fiesta popular lo mismo para hacer las coronaciones de diferentes soberanos sino también para fomentar la convivencia entre los pobladores de las mismas.
El Carnaval de Mérida en Xmatkuil no sólo se consolidó este año con una mejor organización y más espectáculos de primer nivel sino que se convirtió en el colofón ideal para esa festividad para quienes la disfrutan.
