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Mujeres ellas

Manuel Triay Peniche
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Por Manuel Triay Peniche

En días pasados, consecuencia de mi cercana relación con Mujeres Todas, ese grupo de altruistas profesionales que lucha, entre otras cosas, por una verdadera equidad de género, escuché por primera vez la expresión “violencia política” y me dije: cómo inventan, cómo les gusta mirar hasta donde no hay con tal de acentuar sus señalamientos… violencia política…
A raíz de entonces comencé a ocupar mis ratos de ocio a buscar en mi entorno esa la violencia política de la que hablan defensoras de su propio género: que si los partidos tienen que postular una mujer por cada hombre candidato, que si vigilarán no las pongan en los distritos o municipios perdedores, que si en los números impares la mujer debe obtener mayoría “por deuda histórica”, etcétera.
¡Qué manera de exigir! Me respondía a cada afirmación de Mujeres Todas, son ganas de agandallarse. Además, me decía, no es un problema exclusivo del machismo que sí es real, es un problema cultural, es consecuencia del rol familiar en que crecimos y nos formamos, no es que los hombres quieran o no a las mujeres en las candidaturas, es que las propias mujeres quieran ser candidatas y que estén preparadas emocional y socialmente para ese objetivo.
Y seguí pendiente del acontecer político, de la actitud de los partidos y la prestancia femenina en este nuevo escenario de la paridad electoral y, cuando estaba a punto de borrar de mi preocupación aquel término de “violencia política” que llega a Motul el más cercano colaborador de Mauricio Vila y le dice a Mariana Cruz: O retiras tu precandidatura para postular al doctor Luis Maldonado o no tendrás apoyo del partido y cuando estemos en el gobierno te olvidas también de tu escuelita.
Y cuando estaba a punto de decirme, este es un caso aislado, una metida de pata de Roger Torres, salía Katia Bolio a decirnos que el presidente panista Raúl Paz Alonzo la tomó del brazo y le espetó: Olvídate de tu registro para buscar la candidatura al V Distrito de Mérida, tú te registras por Tizimín o no hay nada, las candidatura de Mérida son mías, las manejo yo y tú no tienes lugar.
Ah, y así puedo señalar varios casos más de mujeres que, por mujeres y porque así conviene a su partido, tienen que aceptar lo que les endilguen pues lo suculento, el poder per se, tiene nombre masculino: Ni al Gobierno del Estado, ni a los principales municipios, eso son machos masculinos.
¿Violencia Política?, pues sí, ahora entiendo algo a lo que hacen referencia mis amigas de Mujeres Todas que, ahora sí, ojalá las escuche defendiendo a éstas y otras muchas que ahora sí, entiendo que están siendo violentadas en sus derechos. Mujeres.

Manuel Triay Peniche
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