Por Luis E. Roche
Hoy es un fabuloso día y así me siento. Doy gracias a la oportunidad que tengo hoy para compartir algo que te podrá ser de provecho en tu vida, así como es en la mía. El odio es la manifestación violenta del miedo. Es la repulsión de lo que no te gusta de ti mismo. El odio hace que manifiestes tu desagrado a lo que no te gusta de ti. Y tendrías que revisar cuál sería tu miedo. Tus miedos pueden tener diferentes raíces. Pero todo se resume a la falta de amor propio. Pues lo opuesto al amor es el miedo, no es el odio. El amor es la madre de todas las virtudes, el miedo es el padre de todos los vicios (entiéndase “vicios” como: hábito de obrar mal), incluyendo el odio.
Entonces, cuando generas odio hacia alguien más, en realidad es una proyección de tu propia situación. No te gusta lo que hay en ti y tu mente (ego) no quiere reconocer ese miedo que hay en ti. Es tu ego el que hace que no te consideres una mala persona. Y no lo eres, pero tu ego (por miedo) evita que llegues a esa conclusión. En mi experiencia, nadie se considera una mala persona. Incluso las personas que han cometido un delito no se consideran “malas”. Podrán concluir y aceptar que cometieron errores, que su obra no fue correcta. Sin embargo, tendrán una justificación para no reconocer que son “malas personas”. Y en realidad nadie es “malo”. Ahora, si el trabajo del ego es evitar reconocerte como una “mala persona”, y por alguna razón, inconscientemente crees que sí, entonces entras en conflicto contigo mismo, ese conflicto podrá derivarse en odio. El conflicto se encuentra en que tus decisiones y acciones no se produjeron desde el amor. Amor responsable hacia uno mismo.
Para darte un ejemplo, cuando odias a alguien, esto es una proyección de tu propio miedo. Tú no reconoces ese miedo en ti, y entonces generaras situaciones donde tengas la oportunidad de apuntar a alguien o algo para expresar eso que está en tu inconsciente. Pues el miedo como todas las emociones necesita una válvula de escape, como una olla de presión, para que no revientes o explotes. Por eso proyectas tu odio, pues se acumula dentro de ti y necesitas sacarlo, por lo tanto dices que “odias” a algo o alguien. Efectivamente el sentimiento está ahí, pero tú lo generaste, nadie más.
Cuando sientas odio, o simplemente un enojo, revisa en ti donde está tu enojo a hacia ti mismo. Si por ejemplo odias a una persona que te faltó al respeto, esto quiere decir que tu odio es hacia ti mismo por no poner tus límites con esa persona y dejaste que te haga daño. Te odias por que no te respetaste lo suficiente como para decir “no” o “hasta aquí” antes. Tu miedo, tal vez, sea por que en el fondo crees que podrías estar sólo, pues lo que te falta es amor propio y quererte lo suficiente para actuar responsablemente y no poner tus límites ante los demás. Prefieres que abusen de ti, generado por tu miedo a estar sólo.
Cuando esto se acumula es tan intenso tu miedo que lo aplicas de manera violenta en forma de odio. Pues ya la presión dentro de ti es tan grande que ya no puedes controlarlo. Prefieres un chivo expiatorio que adentrarte dentro de tu ser y revisar donde estas fallando contigo mismo. Donde estas boicoteándote. Debes encontrar ese miedo y hacerle frente. Verlo cara a cara y enfrentarlo con amor y compasión. Entender que el amor es quien debe gobernar y no el ego. En la medidas que te ames de manera responsable disminuirán tus miedos, y estos se irán apagando, no será necesario que experimentes el odio hacia, ni hacia nadie más. Pues si no hay odio a ti mismo, no habrá odio hacia los demás.
Tú tienes el poder de controlar tu vida… ¡Úsalo!