Por: Bernardo Graue Toussaint.
Considero que soy de los seres humanos que creen que esta pandemia global y sus secuelas traen consigo lecciones que pueden servir a la humanidad para generar cambios sustantivos con miras al futuro del mundo.
Es decir, en efecto, que estamos frente a una gran oportunidad de cambio. Muchas cosas requieren de ajuste o cambio.
Sin embargo, me preocupa ver y oír a diversos líderes políticos del mundo estar aprovechando la oportunidad de la pandemia para (de manera velada) engañar a la sociedad con el rollo de que deberemos de adaptarnos a su versión de lo que llaman la “nueva normalidad”, anulando el pasado (lo bueno y lo malo) para pasar a nuevos dictados de lo que, según ellos, será lo política, social y económicamente correcto.
Sí, creo que en el mundo y sus sociedades pueden y deben generarse cambios. No creo que esa anunciada “nueva normalidad” deba de anular muchos valores que no tendrían por qué desaparecer por una pandemia y sus efectos.
Claro que creo que debe haber cambios. Pero *no creo que esos cambios deban ser a costa de lo que sea. *
Los demagogos del mundo están más que fascinados con este tema de la “nueva normalidad”, porque *estos irresponsables personajes se creen fundadores de una nueva era, a partir de ellos mismos. Para los demagogos, esta pandemia es una oportunidad para cambiar las costumbres, las reglas de convivencia social y las leyes a sus personales designios. *
Digamos sí a los cambios que nuestras sociedades requieren. *Digamos no a la demagogia oportunista. Cuidemos nuestra imperfecta democracia. Cuidemos nuestro perfectible Estado de Derecho. Cuidemos nuestras libertades. Porque de esos cuidados depende el futuro. *
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