La Revista

Nunca perderemos la fe

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco A. Cortez N.

Y el presidente reapareció. Lo hizo justo cuando nadie lo esperaba. Horas después de que su Secretaria de Gobernación dijera -en la mañanera de palacio nacional- que se sentía muy cómoda, aún dándole la vuelta y/o evitando respuestas comprometedoras. Así se la llevó los cinco días que AMLO salió del radar, justo hasta este viernes 29 por la tarde cuando dijo “aquí estoy para atajar rumores, aún estoy enfermo (de COVID), pero me siento bien, gracias a todos por su mensajes de apoyo, incluyendo a mis adversarios”.

Fueron cinco días de ausencia, incertidumbre, dudas, rumores, teorías, en fin, López Obrador, hay que recordar, ya no es aquel político tabasqueño bravucón, capaz de encabezar una revuelta, manifestaciones, protestas, etc. Hoy, el hombre habla más pausado, pareciera pensar en demasía lo que dirá, pero no creo, esas luchas de antaño y el tiempo, implacable, le están cobrando facturas que se han reflejado en su estado de salud, aún empuñando el bate con tablazos al jardín izquierdo o cubriendo la tercera base como aquel inolvidable Aurelio Rodríguez.

AMLO, tiene ante sí la gran oportunidad, si es que en realidad sufre COVID, de enmendar muchos errores, especialmente en la campaña diseñada para la vacunación y que está conformada por personal sanitario, militares y “correcaminos” o “servidores de la nación” aquellos que como dice Olga Sánchez Cordero, conocen hasta el ultimo rincón del país. Presidente, hay muchas dudas sobre la labor de estos “siervos de la nación” como también se les conoce, más aún en esta época electoral donde su proyecto, la 4T, se juega su futuro.

Qué bueno que se mostró a los mexicanos, qué bueno que está bien, que sigue mejorando, lo digo por su salud, como ser humano, pero también por su investidura, por lo que representa para 130 millones de mexicanos, hayan o no votado por usted. Desde luego, no puedo evitar recordarle que casi 157 mil de estos mexicanos, sí, así como usted, ya perdieron la vida víctimas de la pandemia y que no pudieron contar con un equipo multidisciplinario encabezado por el mismísimo Secretario de Salud para atenderlos, claro, usted es el presidente, ¿ellos, unos simples mortales?. No señor, todos, incluyéndolo, son o fueron seres humanos, de carne y hueso. Padres, hijos, abuelos, sobrinos, tíos, amigos, etc.

Prometió, ahora que se mostró públicamente, acelerar la vacunación, espero por el bien de México, de su gobierno, de su proyecto y de usted mismo, como jefe de la nación, que así sea, porque hay una disciplina, una asignatura, que conoce muy bien su señora esposa y que llama Historia, la misma finalmente que juzgará su trabajo y su legado, sea para bien o para mal. Mejor no hablemos de los Peña, de los Calderón, de los Lozoya, de los Cienfuegos, de los Loera, etc., etc., etc., hablemos de la vida, de miles y millones de mexicanos cuyo destino tiene hoy usted en sus manos, en sus decisiones. Esto es realmente lo importante. Lo demás, señor, es política, la misma política que ha imperado en México por décadas y que se ha tragado los sueños de cientos de generaciones deseosas de aspirar y tener un México digno, educado y culto.

Señor López, qué bueno que está bien de salud, lo felicito y le deseo lo mejor porque hoy en México la gente se muere por COVID-19 a causa, sí de enfermedades crónico degenerativas, pero también a causa de la saturación en clínicas y hospitales, de atención médica, de personal sanitario -por cierto ya exhausto-, y la gente también ya se está muriendo por la carencia de oxígeno, sí, ese elemento que necesitamos todos para que nuestros pulmones puedan trabajar.

Señor López Obrador disfrute su fin de semana, disfrute que está sano y está vivo, y acuérdese que hoy en este preciso momento, hay gente que se está muriendo y familias que están llorando la ausencia de alguien a quien no volverán a ver jamás y que aún tenía una vida por delante.

Termino recordando lo dicho por usted, ayer mismo, a las 17 horas que colocó su imagen en Twitter refiriéndose a la nación: “Nunca perderemos la fe en el porvenir y en la búsqueda de una sociedad mejor. Gracias de todo corazón por el cariño que siempre será correspondido”.

Así es señor, los mexicanos, nunca, jamás, perderemos la Fé, nos caeremos y levantaremos cuantas veces sea necesario, siempre buscando un país digno y justo para las generaciones presentes y futuras.

Nos leemos. Hasta la próxima.

Y les recuerdo, México hoy vive la peor etapa de la pandemia, aunque escuchemos lo contrario.

Marco Cortez Navarrete
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