Faltan dos años todavía y lo queramos o no, ya estamos en precampañas, no es cosa nueva, es más, ya hasta estamos acostumbrados a tener una situación preelectoral constante en las que unos u otros apoyan a unos o a otros, en las que unos se cuadran, otros se mueven, se acomodan y buscan posicionarse. Es normal, es aceptado y algunos hasta excitante lo encuentran pero, en estos momentos tenemos un país dividido, enfrentado y en lugar de buscar remar en la misma dirección, algunos toman las banderas de un hartazgo ciudadano y las convierten en banderas políticas, lo que cunde es una desinformación y otros creen que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, bueno, en realidad no importa que se convierta en verdad, solo hace falta que unos la crean y que con ese apoyo se convierta en un elemento más de fuerza y su palanca en negociación sea ahora un “clamor social”.
Todo vale o al menos, eso piensan pero, incendiar el reino para ser el único sobre las cenizas es absurdo en todo sentido o así debería serlo pero el absurdo al igual que la oportunidad depende del lado en que se mire, el problema es que nos llevan entre las patas de los caballos y nos dan una arrastrada que nos hace lagrimar hasta sangrar o sangrar hasta lagrimar, como prefieran.
Pero si esto no fuera suficiente para meter la cabeza debajo de la almohada y cerrar los ojos hasta que la pesadilla pase, ahora tenemos a Trump y sus ideas de que para hacer un país “Great Again” hay que aislarse tras muros y dejar que les cargue el payaso a todos los demás. Quizá si no fueran nuestros vecinos del norte, nuestros principales visitantes, nuestro primer destino fuera de nuestro país y nuestra economía no estuviera tan enmarañada con la suya, quizá y solo quizá, lo que dijera o pensara Trump nos valdría un pepino pero no es así y las probabilidades dicen que hay un 50% de que se convierta en el 45th POTUS (President of the United States) y solo por terquedad es capaz de cumplir sus amenazas y lamentablemente eso son, amenazas y de las del peor tipo, de las que van contra la población común y solo por xenófobo, solo por ser de “otro lado” como si una línea imaginaria que es frontera pudiera hacer mejor o peor a miembros de una misma especie.
Así que podemos estar acostumbrados en nuestro país a que siempre es año preelectoral pero en estos momentos debemos de ver hacia nuestros vecinos norteños y estar pendientes de las suyas y si tenemos la mala fortuna de que el candidato republicano (de nombre porque ni los mismos republicanos están muy conformes) obtuviera la presidencia, tal vez, sería el momento de que aquí, olvidáramos los colores partidistas que tanta división provoca dentro de nuestro territorio y sociedad y lográramos encontrar en una amenaza común el aglutinante que requerimos para funcionar como país pues si somos llamados con los peores adjetivos por el simple hecho de ser mexicanos pues habrá que demostrar que somos lo opuesto solo por el simple hecho de serlo y si en el norte creen que ocupamos puestos que le corresponden a los estadounidenses pues que así sea, que los mexicanos “ilegales” dejen de cobrar un sueldo por debajo de la ley americana bajo la amenaza de ser deportados y les devuelvan esos puestos de trabajo a sus “legítimos” dueños, ojalá dejemos de comprar sus productos manufacturados que por cierto, muchos de ellos se manufacturan acá pagando sueldos irrisorios y nos lo devuelven a precios de oro (ese, por cierto, es otro argumento de Trump que las grandes empresas manufacturan en nuestro país y si me preguntaran a mí, sería el primero en decirles que se lleven la maquila extranjera o que se mejoren las condiciones laborales).
Ojalá que aquel que sea electo en nuestro país en 2018 tenga un país que no este hecho cenizas y si tenemos la desdicha de que sea el candidato republicano el que gobierne en los EE.UU. tenga los tamaños de exigirle una disculpa pues ni somos su sarta de adjetivos despectivos, ni somos su patio trasero.