Todo lo que ha existido, se rezaga en la eternidad.
Agatha Christie”
Que cosas son las que nos ocupan más y nos quitan el sueño, no hay otra que la perpetuidad, extraña emoción humana que trae aparejada de si una serie de sucesos que se filtran a través del organismo humano.
El origen de tal situación tiene su primer efecto por medio de un pensamiento, después se vuelve un comportamiento, y es así como da inicio una gran batalla con sí mismo, contra sí mismo, contra otros y/o contra todos.
Pero que pasa por nuestra mente, que ocurre con nuestro pensamiento, sucede que la búsqueda natural de una eterna existencia no va dejar de ser parte de lo que somos, seres humanos imperfectos, quienes después de un periodo de existencia nos convertimos en mejores personas, y que solo hasta el fin, logramos entender lo que es la vida.
Esa es la eterna lucha del ser humano, buscar por medio de todas las formas habidas y por haber la perpetuidad, olvidándose de vivir la vida, caminando por el mundo sintiéndose su dueño, para que al final de sus tiempos, el mundo le demuestre que la naturaleza es sangre de su sangre y vida de su vida, y lo que el hombre pensó que era, nunca fue.
Hombres así, los hay de todos tipos, son los más los dedicados a lo material, pero también los hay en lo espiritual, hay dedicados a la maldad, sin duda pocos son a la gran bondad.
Sabemos historias de hombres y mujeres de todos los tipos, pero la práctica del ejemplo de aquellos de bien, garantiza la perpetuidad, la vida no es otra cosa que la práctica del bien, solo será ese punto en el que nos podremos reencontrar.
Pues bien, la breve historia del hombre, ha demostrado que los mejores resultados de la convivencia humana ocurre solo cuando los valores preponderaran por encima, muy por arriba de los anti-valores, lo único que queda para esta hipótesis es la práctica cotidiana de los mismos.
La práctica de los antivalores nos tiene como rehenes y los resultados no son los esperados.
Date valor.
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