Por: Sergio F Esquivel Bonfil.
A veces las cosas no salen como uno espera. Frecuentemente nos enfrentamos a la frustración de fracasar al intentar tomar el control sobre nuestro propio destino. De sentirnos incapaces de prever con anticipación las desviaciones del camino. Por la dificultad que tenemos para entender las acciones y las emociones de los demás. En nuestro interior enfrentamos constantemente esa batalla para asimilar el: ¿Por qué las cosas no marchan de acuerdo a nuestro plan de vida? ¿Por qué las personas reaccionan de una manera diferente a la que esperábamos? ¿Por qué nos abruma esta impotencia?
Perspectiva e incertidumbre. 2 Factores que inciden de manera determinante en el transitar de nuestra vida y que al hacerlo, de la misma manera nos liberan de certeza y el destino de nuestra realidad. Así pues, toda certeza depende de su perspectiva y todo destino depende del caos y la incertidumbre que lo rodea.
Para poner las cosas en perspectiva, podríamos hablar por ejemplo, de los planetas de nuestro sistema solar. En particular del nuestro, el tercero más cercano al sol. Un planeta aparentemente estático -a vista de nuestra simple perspectiva terrícola-, que sin embargo no ha dejado de desplazarse desde hace casi cinco mil millones de años a través de los misteriosos caminos del universo.
Al mismo tiempo y mientras gira, rotando sobre su mismo eje en un ciclo interminable, recorre novecientos treinta millones de kilómetros en una trayectoria elíptica alrededor del sol una y otra vez.
Mientras todo eso ocurre, todo nuestro sistema solar; todos sus planetas, sus lunas, los subplanetas en conjunto, navegan a través de nuestra galaxia con cientos de miles de millones de otras estrellas que giran alrededor de un gran agujero negro sin una ruta determinada aún. Una hermosa danza caótica e impredecible de astros y luces moviéndose en una sincronía, que arrastra con ella toda nuestra historia, nuestro presente y nuestras aspiraciones de controlar nuestro destino.
Los más recientes experimentos han encontrado indicios de que -como el agua que corre por un río-, nuestra galaxia se mueve de forma similar a través de espacios de baja densidad hacia espacios de más alta densidad, acercándonos cada vez más a ese enorme agujero negro, en donde –probablemente desemboque en algún momento la torrente de estrellas y planetas de nuestra galaxia.
Existen teorías de que el universo está en un estado permanente de expansión desde el big bang, pero no se ha podido comprobar con certeza, hacia donde y hasta cuando el universo continuará expandiendose.
La vida es siempre un enigma.
Nosotros por nuestra parte, estamos ocupando un pequeñísimo espacio en el recorrido de este planeta. Es imposible identificar cuándo concluye nuestro viaje y sin embargo nos empeñamos en tratar de sentirnos en control de nuestro destino.
Tal vez sea naturaleza humana, pero está claro que es un esfuerzo infructuoso.
Entonces, nos abrumamos con frustraciones y lamentos basados en que tratamos de imponer nuestra forma de entender la vida -nuestro propósito- a los demás y no tenemos la apertura de entender que cada uno de nosotros tiene en sí mismo, un motor propio, un sol interno que nos llena de energía y una galaxia única e indefinible que sigue una órbita diferente.
Buscamos controlar el caos, cuando la realidad es que estamos mejor equipados para sortear la incertidumbre de desconocer lo que nos tiene preparado el camino; enfocándonos en lo que realmente está en nuestras manos: el ahora.
A los ojos de cualquiera, estamos quietos flotando en el espacio, cuando en realidad viajamos a más de 500 kilómetros por segundo, alrededor de un sol divagando hacia un agujero negro.
Individualmente, estamos solos. Somos seres que giramos en torno a emociones que son indescriptibles e indefinibles para los demás a nuestro alrededor. Cada quien a su velocidad, cada quien en su rumbo, cada quien cargando con su incertidumbre y su destino.
La vida es entonces, eso: Incertidumbre.
Nosotros ocupamos este espacio, de manera temporal, indeterminada y
afortunadamente, sin un destino preestablecido ¡Todo es cuestión de ver las cosas, con perspectiva!