El Gobierno interino de Perú, encabezado por el presidente José Jerí, abrió la posibilidad de llevar a cabo una acción en la embajada de México en Lima para detener a la ex primera ministra Betssy Chávez, asilada en esa sede diplomática tras ser acusada de complicidad en el intento de autogolpe de Estado de 2022.
Jerí declaró en una entrevista que “no me limito, y si tiene que ingresarse a la Embajada de México, se hará. He demostrado con acciones concretas, que muchos no se lo esperaban, que no me tiembla la mano”.
Al mismo tiempo, explicó que existe opinión de que “hay un mal uso del asilo político”.
La figura de Betssy Chávez está en el centro de la crisis diplomática. Ella permanece refugiada en la sede de la embajada de México desde hace semanas mientras espera que el Gobierno peruano otorgue un salvoconducto para que pueda salir del país. A raíz de este asilo, Perú decidió romper sus relaciones diplomáticas con México.
El posible ingreso a la embajada mexicana ha sido motivo de alerta por parte del Gobierno de México. La presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que tal medida “sería una violación grave del derecho internacional y de la soberanía mexicana”. Por su parte, Jerí advirtió que, pese a las consecuencias políticas internacionales que pueda implicar la operación, está dispuesto a asumirlas en defensa de la “soberanía” de Perú.
El trasfondo de este conflicto es la tensión generada por el asilo otorgado por México a diversas figuras vinculadas al expresidente Pedro Castillo, entre ellas Chávez, lo que Perú considera “una injerencia” en sus asuntos internos. Esta situación ha puesto a prueba las relaciones históricas entre ambos países, que mantenían vínculos de amistad desde el siglo XIX.
En el plano interno peruano, la determinación de Jerí refleja el enfoque duro que su administración ha adoptado frente a la crisis política y social que atraviesa el país. La exactitud del plan de acción —incluyendo si finalmente se ingresará o no a la embajada— aún no está confirmada, aunque el anuncio mismo ha escalado la tensión diplomática.
Fuera del terreno de lo diplomático, la permanencia de Chávez en la embajada mexicana y la dilación para concederle el salvoconducto plantean incertidumbre sobre el estado del debido proceso y del régimen de asilo en la región. El caso podría sentar un precedente para futuras controversias similares en América Latina.
En resumen, la declaración de José Jerí abre un escenario de alta tensión: la embajada mexicana en Lima se encuentra en el centro de una disputa que pone a prueba la soberanía nacional de Perú, la tradición del asilo diplomático y la estabilidad de las relaciones bilaterales con México. Las próximas decisiones definirá no sólo el destino de Betssy Chávez, sino la interpretación que ambos países darán a la cooperación diplomática y al respeto mutuo entre naciones.


