Por Bernardo Graue Toussaint
El Presidente de México tuvo la semana pasada –durante la inauguración del Tianguis Turístico- la idea de compartir su “diagnóstico” con la nación y con el mundo. Según el mandatario, existe un “mal humor social” pero, asegura, hay argumentos para sustentar que México avanza.
El pasado 15 de abril –en Campeche- se escuchó también al Secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, exponer una reflexión similar:
“…A veces nos gusta estar de mal humor; a veces nos gusta decir que las cosas van mal; a veces nos gusta decir que las cosas en el país no están funcionando”.
Como parte de su discurso “anti-mal humor” Meade Kuribreña concluyó igualmente que “…los mexicanos tenemos mucha suerte hoy de que el Presidente Peña sea el Presidente de México”.
Confieso que el discurso de ambos personajes públicos ha llegado a sensibilizarme, a ver las cosas de manera distinta. Por lo mismo y luego de pensar durante varios días (en un sereno acto de reflexión personal sobre mi mal humor) he decidido algo a lo que me siento obligado: pedir perdón.
-Pido perdón al Presidente Peña y a sus colaboradores por mi ingratitud. No he sabido ser agradecido por tanto que han hecho por mí y por más de cien millones de mexicanos. Por favor, perdónenme.
-Pido perdón por estar malhumorado. Los 57,194 homicidios cometidos en México en los últimos tres años me ofuscaron y mi mente no supo valorar correctamente la belleza de nuestra realidad nacional. Por favor, perdónenme.
-Pido perdón por estar indignado, por dejarme engañar ante los casos de corrupción e impunidad que fueron dados a conocer por esa prensa imprudente, nociva y mordaz que sólo quiere envenenar el alma de los mexicanos. Por favor, perdónenme.
-Pido perdón por haber pertenecido a ese grupo de los “socialmente malhumorados” y desconfiar indebidamente de nuestras autoridades en materia de transparencia. A pesar de que el presidente Peña ya nos había dicho que la corrupción es cultural, yo no quise entenderlo. Me arrepiento de haber dudado del presidente y de la honesta capacidad financiera de su esposa para adquirir una casita modesta. Fue una falta grave de mi parte por la que hoy pido perdón.
-Pido perdón porque mi humor errático me hizo creer que la economía nacional iba mal. No sé de dónde saqué yo que el incremento desproporcionado de nuestra deuda pública representaba un peligro para el futuro del país. Fui tan irresponsable, que llegué a estar convencido de que la macroeconomía iba fenomenal, pero que era grave que eso no se reflejara en el bolsillo de los mexicanos. Eso me pasó por malhumorado e ignorante en materia económica. Ahora sé que si el Presidente Peña dice que vamos bien es que vamos bien. Por favor, perdónenme.
-Pido perdón porque mi negativo humor me llevó a desconfiar de las estadísticas gubernamentales en materia de seguridad pública. Ahora tengo claro que el secuestro; la extorsión; el asalto a mano armada; el asesinato o el cobro de piso, son mentiras inventadas por la prensa -indebidamente aceptadas por una ciudadanos irresponsables como yo- para desprestigiar a un gobierno que ha sido ejemplar. Por favor, perdónenme.
-Pido igualmente perdón por haber pensado y afirmado que en México seguían sin ser respetados los derechos humanos. Seguramente ese vídeo que muestra a una mujer maniatada y torturada por asfixia -por parte de militares y policías federales- fue fabricado y subido a YouTube por perversos enemigos de la Patria, que quieren distorsionar el prestigio en materia de derechos humanos del gobierno actual. Por favor perdónenme.
Pido finalmente perdón por haberme tardado tanto –dado mi mal humor- en entender esa verdad absoluta que nos regaló el Secretario Meade Kuribreña. Este hombre del Estado mexicano nos ha iluminado: “…los mexicanos tenemos mucha suerte hoy de que el Presidente Peña sea el Presidente de México”. Por no haberlo entendido antes, pido perdón.
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