Por: Haidé Serrano.*
La agresión de Will Smith a Chris Rock es la prueba de
que el machismo sigue fuerte, vivito y coleando. Es la muestra de todo lo que
hace falta por avanzar. Una escena clara para quienes creen que la violencia
machista es cosa del pasado.
Es también la visible ausencia de autocrítica y
revisión de los hombres sobre sus masculinidades. El trabajo inconcluso de
autoexamen de cómo expresan sus frustraciones. De cómo aún no saben que hay
otras formas de canalizar sus emociones que no sea la violencia.
Esta violencia física es tan cotidiana que pocos la
cuestionan. Pero si se desborda en escenarios políticamente incorrectos, puede
ser que llegue a ser sancionable. En el evento de los Premios Oscar, la
violencia estuvo expuesta y el brillo de Instagram no pudo ocultarla. Millones
de personas en tiempo real se divirtieron con el “humor” de Rock, que en
realidad es violencia estética en contra de Jada Pinkett. Y cientos más aplaudieron
y celebraron el discurso de Smith, quien a modo de disculpa, argumentó que en
el nombre del “amor” se pueden hacer “cosas locas”, como golpear a otra persona
y avergonzar a sus seres más queridos, incluido él mismo. Un argumento que ha
servido para “justificar” feminicidios, violaciones, o sea, violencia
sistemática en contra de las mujeres durante miles de años.
Lo visto por millones en ese escenario ha derivado en
diversas conversaciones. Esto es muy relevante porque al menos no pasó
desapercibido. No nos seguimos riendo como hace años. Y dos de los machitos más
poderosos de la industria del entretenimiento de Hollywood no son ya dos
héroes. Ya hay condena, hay cuestionamiento, también hay disculpas. Pero no es
suficiente.
Hace unos días, una parte de mi programa Feminismos en
corto sin tanto rollo estuvo dedicado al tema de las “nuevas masculinidades”.
Participaron dos hombres, quienes han estado trabajando con sus congéneres de
forma organizada en ello desde hace tiempo. Gracias a este programa, recibí
varios mensajes de hombres que me agradecían que les hubiera dado espacio en mi
programa a ellos, a los hombres (la agenda de mi programa está centrada en
visibilizar a las mujeres y su trabajo). Algunos lo comentaban con sarcasmo, no
con agradecimiento, sino con un reclamo velado “nos das chance de defendernos”,
¡al fin se nos permite hablar!”.
Les respondí que los medios de comunicación han estado
dominados por ellos. Han sido los dueños desde siempre. Marcan las agendas
editoriales, las pautas publicitarias. Son responsables de la violencia
simbólica que han transmitido a generaciones, y culpables de la cosificación
permanente de las mujeres.
Además, son ellos, los hombres, quienes están llamados
desde los medios y en todos los ámbitos a convocar a sus iguales a reflexionar
sobre sus violencias y machismos.
Veo poca indignación de los hombres sobre los
feminicidios, las violaciones, trata de mujeres, niñas y adolescentes. No los
escucho fuerte y claro cuestionando a otros hombres sobres sus expresiones
denigrantes hacia las mujeres. No veo tampoco denuncias sobre grupos de whats o
Telegram donde se comparten “packs” y “nudes” de mujeres, conocidas o
desconocidas.
Los hombres machistas SÍ escucharán a otros hombres
que estén en “rehabilitación”; a otros que hayan comenzado su proceso de
cuestionamiento de cómo ser mejores personas, menos agresivas, menos violentas
hacia l@s demás.
Por ello, me he sentido menos pesimista al escuchar a
hombres condenando a Will Smith. Como Jim Carrey, quien dijo: “Me asqueó la
ovación de pie a Will Smith. Es la demostración de que Hollywood ya no es el
club que encanta (…) Nada te da derecho a pegar a alguien por palabras
(…)”.
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@HaideSerrano
es
conductora del programa de radio Feminismos en Corto sin Tanto Rollo. Está
dedicada a la comunicación sobre feminismo, perspectiva de género, desigualdad
y violencia. Ha trabajado en diversos medios de comunicación, entre los que
destacan Reforma y Excélsior. Ahora columnista de Luces del Siglo. Es
licenciada en Comunicación por la UNAM, maestrante en Administración Pública, y
Género Derecho y Proceso Penal.