Por: Gerardo Correa Ceballos
Nuestro país al igual que otros países de
Latinoamérica y del mundo, se ha
caracterizado por un elevado índice de
evasión fiscal. Cada gobernante que asume el
poder, promete una y otra vez combatirla,
creando programas de vigilancia, controles y
regímenes fiscales de monitoreo; tal es el
caso del derogado régimen llamado:
“REPECO” (Régimen de pequeños
contribuyentes) o el actual régimen “RIF”
(Régimen de Incorporación fiscal) que busca
atraer a aquellas empresas informales, y
canalizarlas al mundo formal. Asimismo, el
gobierno implementó un impuesto para
monitorear el manejo del efectivo; tal es el
caso del derogado Impuesto Sobre Depósitos
en Efectivo (IDE), con la finalidad de descubrir
a las personas que tenían sus empresas en el
anonimato fiscal, y que realizaban
operaciones en efectivo. La información era
proporcionada al Servicio de Administración
Tributaria (SAT) de manera sistemática y
continúa por las instituciones financieras, con
la finalidad de que la autoridad obtuviera
cifras reales para conocer el monto total de
las operaciones y realizar un estimado de los
impuestos evadidos, lo que dio lugar a las
famosas “cartas invitación” que enviaban a las
personas que tenían resultados de
discrepancia fiscal en sus operaciones, en
otras palabras, mayores ingresos de los
declarados en sus declaraciones fiscales, o
simplemente ingresos no declarados al fisco
federal.
Existen todavía en proceso decenas de juicios
que se ventilan en los tribunales por estas
acciones de la autoridad, lo que si queda
claro, es que hasta el momento los resultados
no son los esperados y a pesar de que se ha
incrementado el padrón de contribuyentes e
incluso la recaudación de los impuestos, los
resultados deberían ser mejores.
Si bien es cierto, que a partir del gobierno de
la alternancia en el año 2000, el presidente
Fox inició todo un nuevo modelo de control
digital y estadístico de primer mundo, y que el
presidente Calderón terminó de madurarlo, no
le ha servido de mucho al actual presidente
Peña Nieto para abatir los índices de evasión
fiscal en México, ya que actualmente la lucha
es más ardua contra los “EFOS” (Empresas
que facturan operaciones simuladas) y los
“EDOS” ( Las empresas que deducen
operaciones simuladas), así como la molesta
pero necesaria implementación de la factura
electrónica, con su versión actualizada del
3.3.
Es muy claro que el SAT no es el mismo
desde cuando se fundó en el año de 1997;
cuando el presidente Zedillo gobernaba en
ese entonces, ya que ha pasado por un
proceso de modernización y de capacitación
profesional continua del personal que integra
esta dependencia federal, con la finalidad de
tener mejores servidores públicos que vigilen
todos y cada uno de los sectores
empresariales.
En la actualidad el SAT, puede presumir que
tiene un sistema de fiscalización de primer
mundo; y que ahora con su modelo critico que
todo lo sabe, contradice el desarrollo
económico efectivo que tiene nuestro país,
pues tenemos un sistema de fiscalización de
primer mundo para supervisar a un país,
todavía en vía de desarrollo.
A estas alturas muchos mexicanos nos
cuestionamos lo siguiente: ¿por qué es
imparable el fenómeno de la evasión fiscal en
México?, y la respuesta a esta interrogante
deja un gran vacío, ya que es muy amplia y
difícil de responder, porque abarca muchos
conceptos de los que no, cualquiera conoce.
Para poder entender este fenómeno de la
evasión fiscal en nuestro país, primero
debemos entender el fenómeno de la
desigualdad social que prevalece en nuestros
estados municipios, ciudades y estados, ya
que la desigualdad como fenómeno global,
ocasiona que la evasión no disminuya, sino
que todo lo contrario, y me refiero que al
existir desigualdad económica, extrema
pobreza, desigualdad en educación, en salud;
por citar algunos ejemplos, los ciudadanos
afectados promoverán la falta de contribución
fiscal a nuestro país. El fenómeno de la
desigualdad social va íntimamente
relacionado al fenómeno de la evasión de
impuestos, ya que existe inconformidad de la
sociedad por ser tratados de manera desigual.
Si no reciben las retribuciones económicas de
manera efectiva, o sufren de un mal servicio
de atención médica o muy mala enseñanza, o
no es atendida de manera efectiva sus
necesidades básicas, los ciudadanos se
sienten inconformes y por inercia prefieren a
toda costa evitar contribuir con el erario
público o simplemente lo ignoran o lo
desconocen.
Por otro lado, la falta de cultura contributiva
en México no es atendida de manera eficaz
en las aulas escolares, pues ya no se enseña
la materia de civismo, y nuestros hijos no
saben rendir honores a nuestros símbolos
patrios, mucho menos saben para que sirven
los impuestos que pagamos día a día, por lo
que se suma a todo lo anterior un problema
de cultura!.
Si a lo anterior le sumamos la corrupción que
existe en nuestro país, no sólo del gobierno,
sino también entre particulares y funcionarios
públicos se va complicando la solución a este
fenómeno. Es importante señalar que en
fechas recientes la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), publicó un estudio denominado:
“Estudio sobre integridad en México”,(1) en
donde analizó la Ley General del Sistema
Nacional Anticorrupción, promulgada por el
actual presidente de México, en respuesta a
los ciudadanos e instituciones privadas y
públicas, que rechazan rotundamente el
sistema político y el gobierno plagado de altos
niveles de corrupción, la cual limita sus
oportunidades de movilidad social y de una
vida mejor; ya que hemos vivido los
escándalos recientes y acusaciones contra
importantes personalidades políticas del país,
que han desfalcado a diestra y siniestra los
erarios públicos de varias entidades
federativas y dependencias gubernamentales.
Las opiniones generales de los ciudadanos en
nuestro país señalaban que la corrupción era
un mal generalizado en el gobierno, por lo
tanto, la voz popular predica: ¿por qué
contribuir? si tenemos un mal ejemplo del
gobierno que nos gobierna.
Si bien es cierto, otro fenómeno que no debo
dejar de pasar por alto, es la inseguridad y el
crimen organizado que no para, ya que varios
gobiernos incluyendo el actual, no han podido
con el crimen organizado, provocando en
cada uno de los ciudadanos que vivimos en
este país un clima de miedo e incertidumbre,
pues no nos sentimos seguros, aspecto que
incide en la toma de decisión para contribuir
con el gasto público de las autoridades
encargadas de nuestra seguridad.
Lo anterior aunado al fenómeno del
desempleo generalizado que existe en
nuestros días, así como las deficiencias en
hacer cumplir la Ley, la ausencia de rendición
de cuentas claras del gobierno, entre otros
aspectos, hacen que el fenómeno de la
evasión fiscal en México, no pare y muchos
menos disminuya, sino que crece como una
bola de nieve enorme y difícil de solucionar a
corto plazo.
No quiero exponer un panorama pesimista,
pero quiero indicar que si en este momento,
cada uno de nosotros incluyendo a nuestros
gobernantes, iniciamos un cambio efectivo de
conducta podremos resolver este asunto en
un mediano plazo.
El gobierno en todos los niveles debe aportar
con el ejemplo, disminuyendo gasto publico
innecesario; y no presentando presupuesto de
egresos con un aumento de mayor al del año
pasado, hacer un plan de austeridad,
asimismo, debe entregar públicamente y con
acceso directo y objetivo la rendición de
cuentas del manejo de los ingresos y egresos
de su administración, sin ocultar partidas
presupuestales, y que sean supervisadas por
un comité cívico conformado de profesionales
capacitados.
El gobierno debe implementar verdaderos
programas de apoyo social y capacitar en las
áreas del sector primario, tanto agrícola, como
ganadería y pesca, promoviendo los
productos obtenidos en nuestra economía
interna como asesorándolos para envíos a
distintos países del mundo. Debe abandonar
la conducta paternalista y convenenciera
hacia los grupos de campesinos y ganaderos,
ofreciéndoles capacitación real y continua.
Elaborar planes estratégicos de distribución
de la riqueza para abatir la desigualdad
económica y promover las zonas que
presenten extrema pobreza.
Mejorar los servicios públicos básicos
ofreciendo mejores atenciones en los
servicios de salud, medicamentos, creando
consultorios móviles para asistir al ciudadano
en todos los rincones del país.
Mejorar la educación conformando un nuevo
programa educativo y promoviendo la
educación a distancia y en línea, llevando a
cada municipio pantallas interactivas que
promuevan la cultura cívica y las buenas
costumbres así como la capacitación técnica
profesional y artesanal, haciendo
responsables de esas implementaciones a los
municipios y poblados para hacerlos
participativos y que colaboren en este cambio.
Con las acciones de ahorro en el gasto
público se pueden equipar y remunerar mejor
a todos los miembros que conforman el
departamento de seguridad pública, para que
puedan cumplir su función de manera efectiva
y no se encuentren en desventaja con el
crimen organizado.
Para los ciudadanos nos toca colaborar con
nuestras autoridades, aceptar nuestras
obligaciones de pagar nuestros impuestos,
interesarnos más por la problemática del país,
colaborar de manera desinteresada por
apoyar a gente que no tiene recursos para
superarse, para asistirse, o asesorarse en
cualquier área promoviendo grupos de apoyo
civil, educar a nuestros hijos indicándoles la
importancia de contribuir con nuestra nación
para un México mejor!
Estas son algunas simples propuestas, el
gobierno tiene todos los elementos
materiales, económicos y humanos para
implementar el cambio, pues tenemos
muchos ejemplos a seguir, tal es el caso de
Lula da Silva y lo que inició en Brasil, pues
Colombia, Chile, Uruguay y Argentina se han
unido a este cambio, ¿porque México no da el
paso?, tal parece que a nuestros gobernantes
les interesa tener un país de mediocres y
analfabetas.
Si damos el primer paso nuestros hijos
seguirán nuestro ejemplo, habremos iniciado
un cambio de rumbo para un país más digno!.
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1 OCDE “Estudio Sobre Integridad en México”
Aspectos Claves; Recuperado de
https://www.oecd.org/gov/ethics/estudio-integridadmexico-aspectos-claves.pdf
