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Por qué Obama no puede cumplir su promesa de cierre de Guantánamo

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Obama apura los últimos meses de su mandato con el objetivo de cumplir la promesa que hizo al llegar a la Casa Blanca: el cierre de la prisión de Guantánamo, pero no lo tiene nada fácil. Dónde trasladar a los presos más peligrosos y cómo salvar las reticencias del Congreso, de mayoría republicana, son los principales escollos para llevar a buen puerto su idea.

Guantánamo es una cárcel de alta seguridad situada en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo, en Cuba. Fue puesta en marcha en el año 2002 por el presidente George W Bush como respuesta a los atentados del 11-S con el objetivo de albergar a terroristas y criminales peligrosos para la seguridad nacional, pero siempre se ha caracterizado por las torturas, las detenciones arbitrarias y los abusos.

Por la prisión han pasado 780 reclusos, aunque en la actualidad apenas quedan 61, después de que Obama acaba de anunciar el traslado de 15 reos a Emiratos Árabes Unidos.

Pero qué hacer con el resto es una decisión complicada. El presidente pretende reubicar a otros 20 en otros países, en régimen de libertad vigilada, pero hay aproximadamente40 presos que no pueden ser liberados y que Obama quiere trasladar a cárceles de máxima seguridad dentro de Estados Unidos, algo a lo que se opone rotundamente el Congreso y una parte importante de la sociedad estadounidense.

La otra opción que se podría valorar es trasladarlos a prisiones extranjeras, pero parece complicado que otros países acepten albergar a reos tan peligrosos. También el presidente podría optar por el cierre unilateral, pero sería una maniobra legal y política que le podría salir muy cara y probablemente perjudicaría las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton.

La candidata demócrata, que en el pasado se mostró ambivalente sobre el cierre del penal, ha apostado por continuar la política de Obama y promover la clausura, sin embargo, el republicano Trump aboga por lo contrario. Potenciar la prisión y trasladar a reos estadounidenses. Incluso ha defendido el sistema de torturas que se impuso en Guantánamo y que tan criticado ha sido por organizaciones humanitarias como Human Rights Watch y Amnistía Internacional: el waterboarding.

Consiste en introducir al prisionero de cabeza y con las piernas suspendidas hacia arriba en un tanque que contiene agua salada hasta que empieza a ahogarse. También existe otra variante en la que se le coloca una funda plástica en la cabeza al sujeto hasta que su propia respiración lo ahoga.

Parece pues que Obama se encuentra con las manos atadas e incapaz de cumplir la promesa que hizo en 2008, aunque lo cierto es que sigue intentándolo. Quedan cuatro meses y parece que ninguna de las opciones avanza, aunque no se puede olvidar que cuando él llegó a la Casa Blanca había 242 presos en Guantánamo.

Las cifras invitan al optimismo, pero el tiempo se está empezando a agotar y las cuatro decenas de presos parecen un obstáculo insalvable para la clausura.

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