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Por si el Covid-19 no es suficiente, ahora suenan los tambores de guerra

Editorial La Revista Peninsular
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Durante la semana, distintos países de la comunidad internacional externaron su preocupación luego de que se diera a conocer que Rusia ha movilizado miles de tropas a su frontera con Ucrania. El presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, entabló una plática con el mandatario ruso, Vladimir Putin, para mitigar tensiones y advertir que habría severas consecuencias en caso de una invasión, a lo cual el segundo respondió que su gobierno no tenía intención de irrumpir en territorio ucraniano. No obstante, persiste el temor por un conflicto armado entre ambas naciones dados sus antecedentes bélicos y la poca claridad de los objetivos del Kremlin.

En abril de este año se presentó una situación similar pues Rusia movilizó tropas a la frontera con Ucrania, pero a finales de dicho mes las retiró y alegó que se trató de un ejercicio militar de gran escala. Hoy se estima que hay más de 100,000 militares rusos (130,000 según datos del gobierno de Ucrania) estacionados cerca del territorio ucraniano.

De acuerdo con la información que ha trascendido, Rusia no tiene una infraestructura suficiente para sostener una invasión por el momento, pero a finales del próximo año ya contaría con las condiciones necesarias para una empresa de tal magnitud. Si bien, la Federación de Rusia ha descartado tener intenciones de este tipo, en el Concierto de las Naciones persiste una preocupación por dicho escenario ya que aún no se olvida la invasión a Ucrania del 2014.

En aquel año, Rusia invadió y anexó Crimea después de la revolución ucraniana del Euromaidán, la cual culminó con la destitución del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich por su postura pro-Rusia. Desde entonces, existe un conflicto bélico que ha cobrado más de 14,000 vidas.

Los conflictos de Ucrania se deben principalmente a su posición geográfica ya que está ubicado entre Rusia y la Unión Europea, lo cual propicia que ambos compitan por ser quien tiene mayor influencia en dicho país.

Por un lado, el gobierno ruso alega que Ucrania es parte de su esfera de influencia pues entre ambas naciones existen fuertes lazos culturales, étnicos y lingüísticos por el antecedente soviético de este último. Por el otro lado, los países occidentales tienen interés en dicho país pues lo consideran un útil amortiguador entre Rusia y el Occidente, además de que apelan a la tendencia de la sociedad ucraniana, demostrada con la revolución del Euromaidán, a rechazar las expresiones pro-Rusia.

El martes de esta semana, el presidente Joe Biden entabló una videollamada con el presidente Vladimir Putin para expresarle su preocupación por la movilización de tropas y hacer un llamado a desescalar el conflicto. Además, el mandatario estadounidense reafirmó la independencia de Ucrania y amenazó con severas sanciones económicas en caso de una invasión.

Es importante señalar que Estados Unidos ha actuado desde su posición como miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) pues ha procurado incluir a los demás miembros de esta organización en las decisiones que toma. La OTAN es una alianza militar intergubernamental entre 30 países (28 europeos y 2 norteamericanos) con la que se conforma un sistema de seguridad colectivo en el cual los miembros aceptan defenderse mutuamente ante ataques de terceros. Ucrania no es miembro de esta organización entonces no hay obligación para defenderlo con las armas, pero forma parte de sus programas de alianzas por lo cual se justifica el interés por su soberanía.

Joe Biden descartó que entre las sanciones a imponer se contemple una intervención militar directa con tropas americanas y omitió especificar cuáles sí podrían ser las medidas a tomar; sin embargo, funcionarios estadounidenses han comentado algunas posibles opciones. Entre estas, figuran el incremento de apoyo militar a Ucrania, vetar a Rusia del sistema internacional financiero y cancelar el proyecto Nord Stream 2 (ducto de gas construido entre Alemania y Rusia).

Ante los señalamientos, el gobierno ruso sostuvo que no tenía interés en invadir Ucrania y que el movimiento de sus tropas se debía a una estrategia defensiva. También señaló que el gobierno ucraniano era el responsable de las provocaciones y reprochó que la OTAN lleva a cabo esfuerzos para apoderarse del territorio ucraniano y aumentar su potencial militar en las fronteras con Rusia. Por esto, la administración de Vladimir Putin exigió garantías respecto al desistimiento de la expansión de la OTAN en su área de influencia y el apoyo armamentista a países que comparten frontera con su territorio.

Debido a la postura del Kremlin, hay analistas los cuales consideran que el movimiento de tropas rusas no responde a un fin bélico, sino a una maniobra para ejercer presión sobre los países de Occidente y así lograr las garantías expuestas previamente. Se estima que a finales de enero del próximo año habrá más claridad en cuanto a los objetivos del gobierno ruso.

Sin duda, este es un tema del cual debemos estar al tanto pues podría tener importantes consecuencias en el mundo. Un conflicto armado de estas características tiene el potencial de causar una guerra de gran magnitud si se involucran los aliados de las partes y también puede generar, junto con las sanciones económicas, efectos negativos en la economía global, particularmente en el sector energético. Esperemos este conflicto se resuelva sin que se dispare otra bala y que, mediante la diplomacia, las naciones puedan llegar a un acuerdo fundado en la paz.

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