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Porque menos, es más

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham Matínez.

JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham

Cuando nos disponemos a hablar en público o escribir un texto de
relevancia, se vuelve fundamental la elección de las palabras a usar. Un buen
discurso debe contar con una estructura elocuente, pero, sobre todo debemos
prestar atención al contenido del mensaje. En el proceso, identificamos las
ideas principales a tratar y se crean frases de impacto, dejando a un lado
aquello que no es indispensable. Menos es más al ejercer la comunicación efectiva.

La sustancia debe prevalecer sobre el rollo excedente que desvía la
atención de quien recibe el mensaje. Desarrollar las habilidades requeridas
para convertirnos en buenos comunicadores toma tiempo y esfuerzo. Solo la
práctica constante nos lleva a este destino. A un orador experimentado, le
bastan pocas palabras para lograr influir en su público, ya sea para invitarlo
a la reflexión, o bien, para persuadirlo de actuar en un determinado sentido.
Quienes dominan estas aptitudes, tienden a crecer en su liderazgo personal de
manera notoria.

Pues bien, lo mismo ocurre en el plano de las acciones que decidimos
emprender de forma cotidiana. La legítima disposición de ser agentes de cambio
es un elemento valioso que debe estar presente en cualquier líder potencial.
Sin embargo, el pensamiento crítico es una cualidad que no puede soslayarse, ya
que funge como una herramienta que nos permite seleccionar aquellas causas que
nos muevan hacia nuestras metas. En otras palabras, quien mucho abarca poco
aprieta como ya lo afirma el dicho coloquial. Las acciones contundentes son las
que consiguen ejercer un impacto de importancia, que vaya más allá del
aspaviento. En este sentido, la impulsividad es un obstáculo para quienes
tienen un espíritu emprendedor. Solo partiendo de la organización se alcanzan a
consolidar los proyectos que llaman a la grandeza. El trabajo en equipo es un
gran aliado, ya que abre la oportunidad de conjugar voluntades y visiones en
torno a un objetivo específico.

Uno de los primeros pasos, necesariamente será el delimitar un rubro de
acción. Tras detectar un problema social que demanda ser atendido, se agruparán
los medios con los que se dispone para trabajar con empeño y perseverancia. La
mayor satisfacción llega cuando un proyecto personal o grupal se vuelve referente
e incluso modelo a seguir. Lo anterior ocurre al generarse una sinergia de
colaboración en la cual las acciones puntuales sean las protagonistas y no la
parafernalia propia de la ostentación. Priorizar la calidad sobre la cantidad
siempre será una elección inteligente.

Que nuestras acciones sean memorables dependerá del valor que imprimamos a
cada una de las oportunidades que se nos presenten para transformar el entorno.
Nunca subestimemos el poder de la determinación y seamos responsables al
escoger las palabras, los modos y las decisiones a tomar.

Jordy R. Abraham Martínez
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