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Propuestas, políticas públicas y falacias

Alonso Ronald Ortiz Garcia
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Por: Alonso Ronald Ortiz García.

@RonaldOrtizG

Este artículo va más o menos así: revisa las propuestas de los diferentes candidatos, de entre ellas, escoge las que consideres que tienen mayor posibilidad de convertirse en políticas públicas, es decir, en programas o acciones de gobierno, para, finalmente descartar aquellas donde claramente el punto de partida fue una falacia.

En otras palabras: vota por el candidato con mayor número de políticas públicas con posibilidad de realizarse y que no incurran en errores evidentes de razonamiento al momento de “diagnosticar” la solución.

Vamos por partes.

Problemas y políticas públicas

La ciudadanía en general es consciente de la existencia de un problema y quiere que éste se resuelva, para ello, son planteadas ciertas acciones–las propuestas- que si logran decantarse en programas podemos llamarles políticas públicas.

(Política pública: curso de acción estable definido para resolver un área relevante de asuntos de interés público)

Falacias

Pensar cómo piensa el ciudadano es el primer elemento del diseño de cualquier política pública. Sin embargo, tanto el ciudadano como el diseñador pueden caer en falacias de razonamiento.

(Falacia: en lógica, se trata de un argumento que parece válido pero no lo es)

Existen sobre todo dos falacias que se esparcen como virus en el mundo de las políticas públicas: “la falacia de composición abierta” y “la falacia de las piezas de ajedrez”.

Respecto a la falacia de composición abierta Sowell explica lo siguiente:

“¿Quién podría estar en contra de la salud o la educación? Nadie en su sano juicio. Pero estamos pasando por alto un elemento fundamental. Estamos ante un problema de composición abierta, es decir, sin importar cuánto se haga en salud y educación, siempre se podrá hacer más. No obstante lo anterior, hay una limitante: los recursos son finitos y tienen usos alternativos que también son valiosos”.

La falacia de composición abierta nos recuerda que nadie acabará con los grandes problemas públicos. Absolutamente nadie. Pero esto, antes de ser pesimista, deberá ser considerado al dimensionar el alcance de la propuesta en la atenuación de un problema.

Es decir, ante recursos finitos y diversas alternativas de políticas públicas en un mismo tema debemos de optar por el mejor curso de acción, el que genere mayores beneficios sociales y tenga mayores posibilidades de realizarse.

La segunda falacia ejemplificada, “la falacia de las piezas de ajedrez”, fue explicada por primera vez por Adam Smith al criticar a la gente que piensa que “podría organizar a los diferentes miembros de una gran sociedad con tanta facilidad como la mano organiza las distintas piezas sobre un tablero de ajedrez”.

A diferencia de las piezas de ajedrez, las personas tienen voluntades y deseos que a menudo entran en conflicto con lo que plantean los políticos. La falacia de las piezas de ajedrez nos recuerda que el sólo intento de utilizar al ciudadano como parte de un gran diseño puede resultar contraproducente.

Las preguntas

Al considerar la relación entre propuestas, políticas públicas y falacias podemos encontrar las siguientes preguntas que pueden ayudarnos a decidir mejor nuestro voto:

¿La propuesta X ésta expresada en términos de política pública?, ¿contiene o no falacias en su razonamiento? ¿qué otras alternativas de solución existen?, ¿son más costosas o no?, ¿presentan mayores beneficios?, ¿qué riesgos tienen?, ¿cómo se verá implicado el ciudadano en su implementación?, ¿se consideran los factores sociales?, y ¿de qué forma concreta ayudan a disminuir el problema?

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