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Que el Niño Jesús vuelva a nacer en nuestros corazones: Pbro. Jorge Carlos Menéndez Moguel

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Como cada año en estas fechas, Monseñor Jorge Carlos
Menéndez Moguel, párroco de Conkal, y mejor conocido como el Padre Manito,
visita esta casa editorial y nos comparte su reflexión y mensaje navideño para
todos los amables lectores de La Revista.

 

“Hoy en día han cambiado muchas cosas, aunque el calendario
litúrgico establece como fecha del nacimiento de nuestro señor el 24 de
diciembre por la noche, evidentemente, no es un dato estrictamente
científico-cronológico exacto, no obstante, algún día había que poner en el
calendario civil como la fecha del nacimiento de Jesús, entonces por algunas
cuestiones históricas se puso como fecha de su nacimiento el 24 de diciembre,
que a decir verdad es irrelevante.

 

“Lo que es relevante es el hecho, el evento, todos esperamos
la Navidad, yo creo que hasta la gente que no profesa la fe cristiana también
espera estas fechas, diciembre es un mes espectacular para todos, la belleza de
la ciudad, de los pueblos, de las villas, las convivencias, las mal llamadas
posadas, las fiestas de fin de año, las reuniones, los intercambios, cómo va
uno a estar molesto con un mes así, a todos nos gusta tener un motivo para
celebrar”.

 

Sin embargo –continuó-, yo creo que, aunque está muy bien
festejar, todo eso ha ido desplazando el evento de lo que es lo fundamental,
que es la celebración del nacimiento de Cristo nuestro Señor; los festejos y la
fe no son cosas que se contraponen pero no deberíamos olvidar el evento de la
espiritualidad.

 

“Desafortunadamente hoy, las posadas entre comillas, son
todo menos una posada, la posada es recordar a José y a María buscando algún
refugio donde dar a luz, la virgen estaba a punto de parir y necesitaba un
lugar higiénico, decente donde alumbrar al niño luz, y es ese peregrinar de
José y de María lo que rememoramos en las posadas, que ya se han perdido como
costumbre, todavía quedan algunos sitios pero desafortunadamente ya son muy
pocos”.

 

“Y por otro lado, la multiplicación de eventos, lugares y
elementos decorativos que son cada vez más sofisticados y más atractivos
han desplazado el nacimiento y el
pesebre, que es lo central”.

 

“Quién ya en edad adulta no hace el ejercicio de pensar en
cuáles son los mejores recuerdos que tienes de su infancia, yo creo que entre
algunos de ellos, sin duda, está la Navidad, esa noche en la que con tus papás,
con tu familia se acercaban al pesebre, a depositar al Niño Dios, se hacía algún
canto alusivo, alguna oración antes de la cena. En muchos casos hoy en día
todavía se asiste a la santa misa, que antes era a media noche con la misa de
gallo, pero hoy se ha tropicalizado para incentivar a que vaya la familia
completa, ahora se hacen más temprano”.

 

La Familia, salvadora

 

Ante toda esta vorágine que conlleva la modernidad y todas
sus implicaciones, yo creo que es, precisamente, la familia la que va a salvar
la Navidad, incluso ante el atropello a veces indiscriminado de la comercialización
de esta festividad, tenemos a la familia que no se deja vencer por lo externo y
procura conservar el auténtico motivo que es lo interno, que es la
espiritualidad”.

 

En mi parroquia, allá en Conkal –comentó-, tengo la gran
fortuna de tener varios cientos de niños en el catecismo, y hace poco, para
estos días, les pedí que llevaran sus imágenes del Niño Dios que iban a
depositar en sus casas, todos los niños llevaron su imagen, ojalá que en todos
los hogares haya esa sana y buena costumbre de recrear año con año el
Nacimiento de Jesús.    

 

“Si esos niños continúan la tradición de los mayores, de
tener al Niño Dios en sus hogares yo creo que eso es lo que va a rescatar
nuestra tradición, nuestra fe, y no dejarnos contagiar por tantas cosas que
lejos de ayudar al espíritu navideño lo opacan y lo ahogan; como por ejemplo,
con tantas plataformas digitales, en estas fechas están poniendo las películas
navideñas, pero son navideñas porque hay regalos, fiesta, nieve, arbolito, pero
¿Y el Niño Dios?

 

“Y peor aún, en ese afán materialista, hoy se dice: Felices
fiestas… Pero por qué disimular o quitar la palabra Navidad y quitar la idea de
que el Niño Dios nazca en tu corazón, porque él va a estar feliz al nacer en tu
alma y en tu conciencia. Felices fiestas, felices días, suena muy eufemístico
pero en el fondo me parece una idea perversa de ir quitando lo cristiano a lo
que no se le puede quitar”.

 

Por eso –concluyó el Padre Manito-, mis mejores
deseos son que estas fechas sean de paz y armonía para todos, pero
principalmente que podamos recuperar y preservar la esencia de la Navidad, que
no es otra cosa que el Nacimiento de Jesús”.

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