Claroscuro, por: Francisco López Vargas
Pocas frases como “que nos roben otros” me provocaron indignación de la calidad de sociedad que tenemos. La gente, mucha de ella, creció con la creencia de que el gobierno sirve para robar y su idea de elegir a otros distintos de los que estaban en el poder, no era resolver el problema de corrupción que invade a México sino que quienes lleguen sigan robando, pero que haya más resultados para todos.
Esa percepción tiene como base la desilusión que ha provocado la incipiente democracia mexicana.
En el gobierno de Fox, los ciudadanos casi exigían que se sacara a todos los priistas de la administración pública porque eran parte de los latrocinios y no estaban errados cuando consideraban que desde la base de la pirámide había una suerte de permisividad para lucrar con el cargo: cobrar por los expedientes, por los trámites para agilizarlos, por los certificados y hasta por la citas para la atención.
La reacción no fue tan virulenta como con la 4T que ha despedido del gobierno federal y todas sus dependencias a 223 mil personas.
Para los panistas, la realidad es que no había gente suficiente para todos los cargos y debieron de asirse de aquellos que conocían y que sabían tenían ya experiencia en sus ámbitos de la administración pública.
Hay que decirlo, eso también provocó la entrada de muchos “neopanistas” que al tener los cargos sólo se ocuparon de llenar sus bolsas y aprovecharse del cargo. Lo mismo pasó con los gobiernos del PRD a nivel estatal y local. En el PRI era normal que el poderoso jalara a sus amigos, que ni priistas eran.
Pero ¿estamos los mexicanos condenados a que nos roben las autoridades que elegimos?
Jorge Suárez-Velez, en su columna publicada en el periódico capitalino Reforma, Hay de robos a robos, dice que “la corrupción ha sido un cáncer que sesga el destino de recursos públicos, provocando su desperdicio; encarece proyectos, premia injustamente a quien sabe navegar el sistema y enriquece a políticos deshonestos. Quienes apoyaron a AMLO, y se van decepcionados, dicen que al menos este gobierno “ya no está robando”. Habría que analizarlo.
“La corrupción es sólo la forma más ostensible en que un mal gobierno roba. Éste canceló el NAIM, la obra pública en construcción más importante en América Latina. Nos robó la posibilidad de tener un país bien conectado internacionalmente, de infraestructura que nos haría más productivos, y les robó a ciudades secundarias la posibilidad de conectarse a inversión y turismo.
“Cancelarlo costó entre los 100 mil millones que calculó Jiménez Espriú y los 2.7 billones de pesos que calculó Meade. En Dos Bocas tiraremos entre 152 mil y 300 mil millones, según qué estimado creamos, y en el Tren Maya otro tanto.
“Para pagar estos elefantes blancos, le roban recursos al Seguro Popular, a Prospera, a la investigación científica, etc. A la persona sin recursos cuyo hijo se quedó sin quimioterapia le da igual si fue por austeridad o porque un político se lo robó.
“Al no honrar contratos firmados, este gobierno disuade a la inversión privada nacional y extranjera. No se generarán empleos, no crecerá la producción, y no se contratarán servicios. Les roban a muchos jóvenes la posibilidad de empleo formal, capacitación y experiencia laboral.
“La ineptitud también nos roba. La ligereza, irresponsabilidad e ignorancia ante la grave crisis de Pemex acabarán contaminando a las finanzas públicas del país. La brecha entre producción en picada y el creciente costo de la deuda de la petrolera (que aumentará conforme su calificación baje), forzará a que el gobierno federal le inyecte mucho más de lo previsto para mantenerla a flote.
“La falta de crecimiento mermará la recaudación fiscal. Si AMLO cumple con no incrementar impuestos hasta 2022, cuando lo haga, irá tras de todo lo que rime con fifí. Lo hará sin aumentar la base tributaria, tocar el IVA, u otros tipos de recaudación más sensatos. Viene el impuesto a la herencia, pero temo que busquen un impuesto a la riqueza. Empiezan a decir que les gustan las tasas marginales de ISR de países escandinavos, que llegan a 53%. Esto, sumado a políticas peligrosas, como la Ley de Extinción de Dominio, provocará un éxodo masivo de familias con recursos.
“Pero hay otros robos menos evidentes. El otro día, un científico mexicano con estudios de doctorado en una de las mejores universidades del mundo me decía que permanece en México porque aspira a desarrollar las jóvenes mentes de sus estudiantes y encauzarlas a la investigación. La reciente prohibición de que él asista a congresos internacionales, o las dificultades para que colabore con colegas en otros países, lo fuerzan a reconsiderar su permanencia en México. Este gobierno les roba a sus alumnos un mentor sobresaliente, y al país la posibilidad de desarrollar investigación de punta.
“El recorte a gastos en promoción cultural es otro robo. Recuerdo mi adolescencia en la Ciudad de México escuchando a las mejores orquestas del mundo, viendo extraordinarias exhibiciones en nuestros museos, yendo al Festival Cervantino y a otros eventos. El contacto con tanto talento internacional me abrió la mente y cambió mi perspectiva. En mi condición de estudiante, jamás hubiera podido costear el acceso a estos eventos sin el apoyo económico del gobierno. Recientemente, en la exposición de Kandinski en el Museo de Bellas Artes, vi a miles de jóvenes de escasos recursos. “Para muchos, ésta será la única oportunidad de estar frente a la obra de uno de los grandes artistas de nuestro tiempo. El recorte presupuestal en esta actividad les va a robar esa oportunidad de nutrir su espíritu.
“Además, la corrupción prevalecerá en este sexenio. Los beneficiados serán muchos de los mismos y algunos nuevos. A quienes creyeron en AMLO, les está robando la esperanza; pero a todos los jóvenes, seguidores o no, les roba el futuro.”
¿En verdad pensamos que nos robaría tanto?
