Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
¿Marco?, ¿por qué no escribes pensando lo que pasó?, ¿por qué esta pandemia?…me sugirió una persona a la estimo y quiero mucho más.
De inmediato pensé ¿pero, no soy médico, mucho menos epidemiólogo?…reaccioné y me dije a mi mismo, ¿pero sí soy un ser humano que piensa y tiene el derecho de decir y opinar sobre su entorno y sobre la vida?.
Con estas premisas y sin tanta historia -que todo mundo ya sabe y se la han repetido miles de veces en los últimos tres meses- considero que la humanidad, y ya lo dije antes, está pagando el costo de su arrogancia, de sentirse el ombligo del universo y esta lección nos está demostrando que no somos nada más que partículas precisamente de ese universo que pensamos es nuestro y que podemos hacer lo que queramos con él.
¡Qué equivocados estamos!.
Hoy, en medio del azote de esta pandemia, los hombres y las mujeres más poderosos del mundo han manifestado y mostrado de alguna u otra manera sus miedos y temores, muchos ya cayeron en las garras del enemigo invisible y lograron superarlo pero otros muchos no, se quedaron en el camino y hoy ya son estadística como miles y miles de seres humanos más que, con conocimiento o no, fueron víctimas del virus del cual aún se conoce muy poco y que una vez superado, aparentemente, amenaza de nuevo con regresar mutado y más fuerte.
Todo el mundo, propios y extraños, doctos y alarifes, saben que esta epidemia salió de una ciudad china y de ahí se extendió a varias regiones del mundo hasta llegar a Latinoamérica, zona que desafortunadamente y a diferencia de Europa, carece de lo básico en materia de educación, salud, alimentación y trabajo, por citar solo algunas áreas.
¿Y qué pasó?…bueno si vimos a través de los medios convencionales y digitales lo sucedido en España, Italia, Francia, Alemania y hasta Rusia, hemos visto también las desgracias en Ecuador, Perú y otros países del cono sur e incluso de Centroamérica. Muertos, en la vía pública, velados en humildes hogares, enterrados en fosas comunes…en fin, desde luego, sin olvidar la enorme, enorme tragedia, específicamente en Nueva York, la gran manzana, que tiene cifras horrendas de dolor y de muerte.
Para todo esto…¿y México?…bueno, si entrar en detalle y reiterando no ser más que un simple comunicador, debo señalar que pareciera que el tema se politiza cada día más, lentamente los actores políticos van opinando y generando lo que para mí es una creciente confusión acerca del numero real de contagios y de defunciones.
Lo verdadero de este asunto es que México es un enorme país, con 130 millones de habitantes y una heterogeneidad de culturas y tradiciones. Hay grandes urbes, ejes de la economía y el desarrollo, pero rodeadas de cordones de pobreza y de miseria y ya ni hablar del campo, con comunidades prácticamente en el olvido, tierra fértil para grupos criminales que hoy asumen la responsabilidad de cuidar su mercado, repartir despensas como si ellos fueran, o son, quienes realmente gobiernan.
México enfrenta hoy una pandemia feroz, devoradora de vidas, vulnerables y no, si la sociedad no asume en sus propias manos el control de este tema, difícilmente el gobierno (federal) logrará, como dice el presidente, aplanar y más aun, reactivar aquel México que había antes del virus.
No tengo duda en decir que esta situación es un parteaguas del México antes del COVID y el México después del COVID. Carentes y no carentes de educación verán al mundo de otra forma, a sus amigos y familiares también, verán a sus centros de trabajo con otros ojos; serán testigos cada día de un nuevo amanecer y de una tarde-noche que no será olvidada. Recordarán a quienes se fueron sin siquiera poder decir adiós. La vida, el concepto de vida será otro, de esto no tengo duda.
Y más importante aún, sabrán que en cada proceso electivo nos enfrentaremos (o se enfrentarán) al mismo monstruo, disfrazado del color que sea y argumentando ideología o mentalidad que sea, pero será, será, exactamente el mismo.
Hasta la próxima.
¡Felicidades mamá!