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¿Quién se indigna por los niños enjaulados por Trump?

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Después de leer la propuesta del presidente Donald Trump de permitirse detener indefinidamente a niños inmigrantes en campos de concentración, me pregunto ¿qué se necesita para que manifestemos colectivamente indignación?

En México, recientemente podemos ver los esfuerzos de las mujeres en Ciudad de México por la violencia contra ellas a manos de elementos policiales, los disturbios ocasionados por el aumento a la gasolina en 2017, o las manifestaciones de maestros respecto a la reforma educativa.

Si consideramos otros países, se encuentran la actual protesta en Hong Kong iniciada para impedir la expedición de una ley que les vulneraría la libertad, los “chalecos amarrillos” en Francia que iniciaron quejándose por el alza al precio de combustibles, o las manifestaciones en Venezuela en contra del régimen de Nicolás Maduro.

En lo que coinciden estos ejemplos es que las personas que se manifiestan son quienes están siendo directamente afectados por la situación. En México son pocos los casos de demostraciones colectivas solidarias y la mayoría de estas son impulsadas por grupos de poder con intenciones políticas, como las manifestaciones por la desaparición de los cuarenta y tres normalistas de Ayotzinapa.

Podremos indignarnos mucho en Mérida de que arda el Amazonas, gran pulmón de la humanidad, pero no creo ver a nadie en el Centro de la ciudad manifestándose porque no hay una afectación directa evidente.

Debido a las próximas elecciones estadounidenses, Donald Trump no ha escatimado en darles motivos de indignación a los latinos. En las últimas semanas estuvo presentando medidas para solucionar la crisis migratoria que presuntamente enfrenta su país.

“Una invasión”, en sus palabras.

Trump ordenó que se negara asilo a quienes entraran a Estados Unidos, y no hayan pedido asilo en algún país por el que hubieran transitado previamente. Esta medida afecta al Estado mexicano, pues lo obliga a asumir la responsabilidad de los migrantes que transiten por el territorio nacional.

De igual manera, trabajó por eliminar una modalidad de residencia protegida para inmigrantes en Estados Unidos, hizo más estrictos los requisitos para obtener la Green Card, y amenazó eliminar la nacionalidad por nacimiento en territorio americano. Sobre esta última, se justificó diciendo que Estados Unidos era el único país del mundo que da nacionalidad por el simple hecho de nacer en el territorio, independientemente de la nacionalidad de los padres; esto es completamente falso, esta medida está fundada en el criterio jurídico ius soli y se encuentra presente en el sistema jurídico de decenas de países, entre ellos México.

Sin duda, la medida más indignante es la de remitir a los migrantes (hombres, mujeres, e infantes) a campos de concentración en lo que se soluciona su situación jurídica. Peor aún, hay reportes confirmados que aseguran la separación de niños de sus padres y su confinamiento a jaulas, cual animales.

El simple hecho de utilizar campos de concentración, fundados en un discurso de supremacía blanca, debería ser suficiente motivo para levantar multitudes en Estados Unidos, por la molestia que su propio gobierno incurra en esas prácticas, y en los países latinoamericanos, por ver el denigrante trato a sus nacionales.

En Estados Unidos existe una figura jurídica llamada Acuerdo de Flores la cual protege a los niños migrantes obligando al gobierno a brindar condiciones dignas a los niños, e impidiéndole tenerlos bajo su custodia más de veinte días. Hace un par de días, Trump presentó un proyecto que invalidaría este acuerdo, y le permitiría al gobierno estadounidense tener bajo su custodia a los niños migrantes indefinidamente.

Según Trump, con esta medida garantizará que las familias se mantengan juntas. La realidad es que ante el problema administrativo de tener familias separadas y niños durmiendo en jaulas, la solución fue encerrarlos por más tiempo.

El presidente norteamericano necesita tomar estas acciones para poder mantener la esperanza de reelegirse, y no encuentra freno alguno en los gobiernos de Latinoamerica que se tapan los oídos ante las descalificaciones Trump. Aún más, quienes están siendo afectados directamente y, seguramente, quisieran manifestarse públicamente son los migrantes que hoy se encuentran encerrados.

No hay nadie que levante la voz por los migrantes, y dónde están no se escucha la suya.

Las medidas y el discurso lascivo de Trump generan violencia como podemos ver en el número de atentados ocurridos en estos días, la abrumadora mayoría emprendidos por parte de simpatizantes del presidente. Tal vez esta violencia que afecta a la población en general estadounidense, y no solo a los inmigrantes, sea la chispa de movimientos colectivos para exigir el cierre de estos campos de concentración; al menos parece más realista a que se presente en los países latinoamericanos.

En lo que continuamos ponderando sobre el tema, recordemos que hoy, mientras yo escribo esto y mientras usted lo lee, hay más de un niño latino enjaulado en un campo de concentración en Estados Unidos.

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