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¿Quieres felicidad para tus hijos? O que se la busquen ellos…

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez*.

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Esta semana quiero
volver a mis bases, luego de varias ocasiones de entrar en temas de
participación ciudadana, derechos humanos y acciones por nuestra comunidad… Y
es que de allí, de mis bases, se fueron articulando mis planteamientos en estos
otros temas y mi forma de entender, comprender, pensar, proponer, coordinar,
hacer y evaluar mi hacer profesional e incluso social.

Soy psicólogo. Lo
acepto, je. Me supe adepto a esta forma de ser y actuar desde la adolescencia.
Confieso también que tuve un amorío infantil con la abogacía, pero conocer
prácticas y prioridades de algunos pocos usuarios de esa profesión despejaron
pronto el camino a mi vocación contundente. Estudié la carrera, la especialidad,
la maestría, practiqué, investigué y enseñé en psicología. Y otras cosas
diversas. Y pronto tuve claro que mi eje de estructura era uno: la familia, y
en especial la parentalidad.

En este amable
espacio que nos brinda La Revista quiero compartir hoy una vista a mi mejor
organizador desarrollado en todos estos años. Mi propuesta sobre las Bases
Formativas para la Autosuficiencia.

¿Quéééééé dijo? Va
en español. En palabras simples, la mayoría de los padres me ha respondido que
lo que más desean en la vida es: que sus hijos/as sean felices. ¿Responderías
lo mismo? Ante ello hice investigación y he escrito y desarrollado todo un
sistema de trabajo que en esencia responde lo que la Psicología del Hilo Negro
ya anticipaba: la felicidad es una forma de vivir (no un logro), cada cual la
elige o no (se puede vivir de otros modos), y nadie hace feliz a nadie (es
interno).

Ergo, los padres
no pueden hacer felices a sus hijos. “Pero, son responsables de
ellos/as…”. Sí. De su felicidad no. “Pero, son los proveedores…”.
Sí. La felicidad no se compra”. “Pero, los niños/as dicen ser felices
según reciben o hacen cosas…”. Sí. Están contentos y confunden eso con
la felicidad. “Pero, se enseña más con el ejemplo…”. Sí. Imagina cuantos
niños estarían condenados a no ser felices. “Pero, la formación que
reciben es la base de su felicidad…”. Sí. El objetivo es la
autosuficiencia, con ella se puede elegir la felicidad”.

En encuestas
hechas a centenas de padres y madres el problema presente en todos los casos,
percibida con la gravedad promedio más alta, fue: la inseguridad de saber si
están haciendo “lo correcto” por sus hijos/as. Ese soliloquio de las
11.30, cuando ellos/as ya duermen, donde revisamos si lo que hice o dije como
padre ese día, esa vez, fue lo adecuado para él/ella. Esa preocupación o
tensión insoltable ante los apuros que él/ella vemos para salvar sus
obstáculos, resolver sus problemas, tomar “buenas” decisiones. Esta
respuesta me la dieron padres de todas las edades (propias y de sus hijos),
número de hijos, condiciones económicas y educativas, situaciones de pareja,
tipo de lugar de residencia, problemática que aqueja a su familia…

Entonces, la
autosuficiencia, y no la felicidad, es el objetivo de la formación que demos a
nuestros hijos/as. Una persona autosuficiente será capaz de conocerse a sí
misma, tomar decisiones, aprender de sus experiencias, hacerse responsable de
su vida, convivir con su comunidad y elegir el estilo de vida que le haga
feliz, como quiera que sea que ella defina la felicidad.

Esta cualidad se
forma con tres ingredientes fundamentales, y allí es donde aporto mi propuesta
sobre las Bases Formativas para la Autosuficiencia. ¡Ahhhhh!

Para formar hijos
autosuficientes es necesario dar mucho, frecuente y sano Afecto, Disciplina y
Oportunidades. Y ya. De las tres y en esas tres formas. Con acciones, además de
palabras.

Afecto se refiere
a cualquier demostración que los padres sepan dar y los hijos/as reciban como
señal de que son muy importantes, valiosos y aceptados. Abrazos, frases
netamente positivas, reconocimiento a sus logros, notitas, detalles, juegos,
tiempo, conversación, dedicación, confianza…

Disciplina se
refiere a la estructura que asegure que ellos/as entiendan cómo funciona el
mundo real. Viene de discípulo, o sea aprender a vivir, para lo cual vale usar
los mecanismos que mejor dominen los padres. Orden, consecuencias positivas y
negativas, responsabilidades, puntualidad, limpieza, guías, práctica, ensayo,
ejemplos, límites…

Por Oportunidades
me refiero a todo aquello que para nuestras hijas/os represente una manera de
tener una ventaja sobre lo que antes podía o lo que pueden otros niños/as. Más
específicamente, asegurarnos que una oportunidad la reciba dependiendo de cómo
aprovechó la oportunidad anterior. Lo que es una oportunidad para uno, puede no
serlo para otro/a. Así que mejor ejemplifico. Comprarle una bici, debe depender
de que ya esté en edad de adelantar con ello y de cómo usó el triciclo
anterior. Y una moto dependerá de su responsabilidad y uso de la bici. Darles
lo que esté a nuestro alcance (sin culpas y sin sacrificios extremos) en
función de que lo aproveche y le sirva para irse haciendo un mejor niño/a, una
mejor persona.

Y ya. Lo sabías,
¿verdad? Es la Psicología del Hilo Negro. Lo que hace la diferencia es
precisamente dar los tres mucho, frecuente y sanamente. Bueno, la primera gran
diferencia es HACERLO y no lamentar el tiempo que llevamos sin atender alguno
de esos tres elementos. Ni siquiera tenemos que dar mucha variedad de cada elemento,
con un par de formas de afecto, otro par de disciplina y otro de oportunidades,
ya vamos bien. Si son más, mejor.

La fórmula tiene
un fallo habitual, y su mejor ejemplo era el “te pego porque te
quiero” o el “No te quiero porque te portas mal”. Así que te lo
digo: esos tres elementos deben estar, pero NO mezclarse. Un acto de afecto no
debe darse en nombre ni dejar de darse por disciplina u oportunidades. NO
EXISTE la disciplina con amor. El afecto corre en un carril, la disciplina en
otro, las oportunidades en otro. No entran en conflicto, NO se condicionan uno
a otro. Cada cual cumple su función.

El afecto en
cantidad, calidad y frecuencia convence a la persona de ser valiosa y le aporta
SEGURIDAD. La disciplina en cantidad, calidad y frecuencia enseña a la persona
a vivir en el mundo más allá de su casa y le aporta ADAPTABILIDAD. El buen
manejo de las oportunidades que PUEDAS brindarle a tus hijos/as les permite
aprender a usar y aprovechar lo que tienen y les aporta EFICIENCIA.

Ahora imagina a tu
hijo/a, en cualquier edad, ante cualquier obstáculo, rodeado de quien sea o
solo/a, con gran SEGURIDAD EN SÍ MISMO/A, amplias habilidades para ADAPTARSE y
EFICIENCIA para usar los recursos que en ese momento tiene… y dime si puede
ser feliz, a pesar de los pesares.

La felicidad es
una forma de navegar, por esta vida que es la mar… Hoy que capitaneas la
nave, prepara a tus marineritos/as.

————————————-

*Jorge Valladares Sánchez
Consejero
Electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán.

Doctor en Ciencias
Sociales y Doctorante en Derechos Humanos.

Especialista en
Psicología y Licenciado en Derecho.

Presidente
2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

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