De lo abstracto a lo concreto, de la política a la cultura, de la seriedad del intelectual a la alegría del hombre simple, Don Raúl Casares fue un hombre multifacético que jugo en todas las canchas y gano. La palabra que le podría atribuir es la fertilidad sabía ver las circunstancias sociales a mejorar, las oportunidades en los negocios, podía ver lo mejor de las personas y proporcionarles la forma y el fondo para realizar una meta en la cual ganaban todos los involucrados.
Un día tuve la oportunidad de conversar varias horas en una circunstancia que nos obligó a esperar juntos ese tiempo y le pregunte como podía atender varios asuntos de índole social, empresarial, política y familiar me contesto que era el respeto a las personas, a los partidos políticos y a las instituciones la cual son la vía de expresar propuestas y construir acuerdos, muchas veces lo arrinconaron a tomar partido pero el suyo siempre fue más elevado, el bien común y el amor a su país, le pregunte como escoger ejecutivos para llevar a cabo sus proyectos y me contesto que todas las personas tienen diferentes talentos y que era cuestión colocarlos en lugares adecuados pero que el respeto, disciplina y estricto seguimiento del trabajo en equipo era la clave para multiplicar y llevar cabo objetivos con éxito.
Lo conozco desde niño por mi amistad con su hijo Mauricio y de las múltiples pláticas que le escuche solo podía hablar bien de las cosas y de las personas, pero cuando detectaba un error lo atribuía a una falta de información de los responsables o diferentes prioridades del entorno, nunca lo tomaba personal. Era un mago en las reuniones convertía un ambiente áspero a cálido, pero también elevaba una junta mediocre a exigente, lo consultaban políticos, artistas, religiosos y empresarios de conglomerados del norte del país, claro que tuvo adversarios y competidores en el juego de la vida todos los tienen y nunca hicieron mella en su alegría porque el balance de su vida siempre estuvo cargado de éxito de toda índole.
Amaba profundamente a Yucatán y dominada desde la literatura e historia hasta los recovecos de la política y del competitivo mundo de los negocios, fue de las pocas personas que siempre quiso mejorar su entorno y su estado y como su hijo Mauricio me decía “la virtud de mi papa es que sus sueños los materializa” y estos siempre eran trascendentes y elevados.
En lo empresarial fue el primer introductor del supermercado en Yucatán, el poder agarrar un producto y llevarlo a la caja era toda una experiencia en los 80, comercializo varias marcas de alimentos en toda la península, su fábrica de productos de madera de uso familiar, medico e industrial se venden el país y se exportan hasta la fecha, edifico el mayor emporio industrial de carnes de cerdo, Keken, en la modalidad de sociedad compartida donde los empleados eran también socios, fue presidente de la Cámara de Comercio y de la Coparmex donde supo expresar con firmeza todas las posturas de desarrollo social y económico, jamás fue comparsa del poder en turno eso le valió legitimidad y admiración, en lo cultural fue mecenas y promotor de varios artistas y organizaciones afines como el teatro regional, filarmónica de Yucatán y su gran obra la enciclopedia “Yucatán en el tiempo”, en lo social fue un promotor incansable de varias organizaciones de caridad hasta el sostenimiento de los padres Salesianos que atienden a jóvenes de escasos recursos con problemas reintroduciéndolos a la sociedad.
Don Raúl Casares combinaba los más altos ideales del general con la fuerza y disciplina del soldado siempre logrando sacar adelante sus proyectos que tocaron la historia de Yucatán, si liderazgo significa influir en las personas para lograr un objetivo cumplía perfectamente la definición, en las muchas veces que tuve la oportunidad de consultarle puede identificar un método que utilizaba mucho para sus consejos, primero sacaba el problema de tu persona para que poder analizarlo desde varios ángulos se encontraba la solución y tu papel en la misma siempre sembrando un optimismo inexplicable.
Don Raúl fue un hombre que le emocionaba la vida, de sonrisa permanente e ideales sublimes que tuvo la dicha alcanzar el desarrollo máximo de todas sus metas, la calidad y alcance de estas tocaron todas las esferas del entorno social, político, empresarial, cultural y altruista de la sociedad, se ganó el respeto de todos y nunca titubeo cuando se le necesitaba, un hombre cuyo ejemplo es digno de recordar e imitar, hoy le toca estar sentado en el olimpo de los hombres ilustres de Yucatán, descanse en paz Don Raúl Casares G Cantón.