La Revista

Razones

Jorge Fernández Menéndez
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Sin embargo, en Yucatán el tema toma
un cariz que le da un cierto tufo que, viendo la posición del Ejecutivo, lo
obligaría a deslindarse y dar un ejemplo de justicia no sólo claro y explícito
sino eficaz para evitar que sus logros se opaquen y se ponga en duda la
selectividad no sólo de la aplicación de la ley sino para dejar claro que la impunidad
no es parte de su gestión.

En política, las razones que parecieran evidentes luego
resultan ser las que no lo eran tanto. En Yucatán, la percepción generalizada
es que el gobernador protege, desde su cargo, a los taxistas miembros del
Frente Único de Taxistas de Yucatán (FUTV) quienes, según la costumbre,
arreglan –es lo que creen- a golpes y por la fuerza todo aquello que no les gusta
o no les conviene. 

Es una práctica común, institucionalizada desde hace lustros
por su líder moral, eso de agarrar a golpes a quien le caiga mal, no le conceda
lo que pretende o imponerse sólo para dejar claro que tiene el poder. Así de
insignificante ha sido siempre ese lidercillo.

Hay que decirlo claro, los taxistas yucatecos nunca
ruletearon. Si uno quería un taxi tenía que salir a buscarlo a un sitio o, de plano, llamarles para ver si podrían
dar el servicio. 

En días de elecciones, los miembros del Volante –así se les
denomina a los afiliados al FUTV- se encargaban por la mañana de acarrear a los
 otantes para favorecer a su partido –obvio,
el PRI- y por las noches aparecían en todas las casillas que les eran desfavorables
y lo mismo se robaban un ánfora que golpeaban a los funcionarios de casilla o
los alcanzaban en el traslado del material electoral para quitarles las surnas,
a batazos si era necesario.

Como les narré en otra colaboración, Nerio Torres Ortiz
fincó un emporio aparte de “su” sindicato: miles de concesiones, terrenos,
unidades deportivas, carrera política, pero sobre todo impunidad, esa que le
daba ser miembro distinguido del cerverismo, esa corriente
filosófica de la que nos comentó Lucely Alpizar. 

Para los yucatecos, Nerio es
el Romero Deschamps local: siempre al lado del Epoderoso, usufructuando el
erario, gozando de privilegios para él y su familia. Lo que lo pinta de cuerpo entero
es que a su hijo lo hizo candidato a alcalde de Mérida y a pesar de que lo patearon en el
suelo con votos, volvió a pedir que lo postularan de nuevo para volver a perder
estrepitosamente. Ni los taxistas pudieron evitar el desastre de la avalancha
de votos en contra aunque, siendo honestos, no se sabe si por su nombre o
porque lo postuló el PRI. Quizá por ambas razones.

 También quizá como premio de consolación al no tener el
presupuesto municipal a su servicio, el gobernador Rolando Zapata convirtió a Nerio papá en director de la
Policía Estatal Coordinada el 17 de octubre de 2014, en una ceremonia entre taxistas a los que se les nombró
como mediadores de “seguridad” y se les dio una línea directa para reportar a
la policía local todo lo que ellos consideraran necesario para garantizar la
paz social y la seguridad pública. 

En ese mismo acto, se les dijo que tenían a
su disposición todo un sistema de seguridad y monitoreo para darles respaldo y
se les ofreció un recorrido para que conocieran las instalaciones donde están los controles de cámaras y monitoreo.

 Pero si no se los hubieran dicho, en los hechos así ha
sido desde que Uber llegó a Mérida. Los miembros del Volante –apoyados por
otros taxistas- han agredido, han aprehendido y hasta han quemado las unidades
de quienes ellos consideran sus competidores. Hay todo un modo de operación para lesionar y dañar a los choferes
de Uber: Se les pide el servicio, los sigue otro taxista en otro vehículo a
prudente distancia y en zonas de poca seguridad los agreden, despojan de sus
autos o los dañan. La acción se ve perfectamente concertada y no hay policía
que acuda a las llamadas de auxilio y cuando ven la agresión evitan que alguien
intervenga y hasta parecen azuzar a que se agreda a los choferes
independientes.

Se entiende la protección y el apoyo a Nerio. El papá del
gobernador Zapata Bello, Gabriel “Naxón” Zapata era miembro de la primera línea
de apoyo a Víctor Cervera Pacheco y fue uno de sus seguidores permanentes al extremo
que el actual jefe del Ejecutivo era ahijado del polémico gobernador yucateco. 

Nerio,
el otro alfil de ese grupo, también es “tío” de Zapata Bello y Héctor “Billy” Fernández
Zapata, presunto primo del gobernador, es el nuevo líder del FUTV, mientras
Nerio dirige la policía local. Todo queda en familia. Nerio hijo fue miembro destacado de los
gabinetes de su “prima” Ivonne Orteba y de Zapata Bello, hasta su postulación
como candidato. La pregunta, ante el escándalo de las agresiones a Uber por
parte de los taxistas, es si Zapata Bello, cuya gestión ha tenido aciertos en
temas económicos y hasta se le considera de los gobernadores mejores evaluados del
país, pondrá todo su capital político en juego sólo para favorecer a un grupo
de porros, cuya fama es más que conocida y repudiada en Yucatán. 

¿Vale la pena
esa exhibición de que ni al Congreso obedecen los miembros del Volante? Eso
deja claro que la policía del Ejecutivo no los persigue, las leyes del Congreso
no les importan y el poder judicial no los toca. Así o más clara la impunidad
en una entidad que quiere atraer inversiones, que quiere presumir que no es
corrupta, que quiere acreditar que tiene el control de todos los hilos.

Uber, como ha sucedido en todo el mundo, llega y con los días se
queda como un servicio que demanda y exige la sociedad. Y si bien nadie puede
estar por encima de la ley, tampoco se puede justificar que los taxistas se
comporten como si fueran autoridad y se les conceda y acepte detener, golpear y
dañar a sus competidores. 

Un gobierno que se precia de ser legítimo, no puede
darse el lujo de dar ventajas a unos porque los otros terminarán por responder
de igual manera y su autoridad quedará disminuida mientras la sociedad la repudia.

La Constitución consagra trabajo para todos mientras este sea
lícito, pero no se habla de delinquir para conservarlo ni tampoco de que si son
cuates o familiares los delincuentes se les exima de respetar la ley y el
estado de derecho. 

¿La buena fama del gobernador en lo personal, y lo logrado
hasta ahora por su administración merece ponerse en duda porque los pupilos de
uno de sus jefes de policía, uno de sus afectos de familia, evidencia que no
hay igualdad?, ¿se sumarán los taxistas a los depredadores de pepino de mar
protegidos desde ese mismo círculo? Ojalá haya reflexión y se actúe en consecuencia mientras alguien nos
informa si es cierto que existe la Dirección de Transporte del Estado de Yucatán
y si su titular, Humberto Evia Jiménez, está convencido de que él es responsable
por haber aceptado el cargo y cobrar por ello.

Jorge Fernández Menéndez
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