Olía a canela y a avellana, y el frío cálido de diciembre envolvía una ciudad envuelta en nieblas. Era un lugar hermoso: amurallado, dentro de la muralla estaban las calles y las chimeneas encendidas, las personas y sus sentimientos…
La mañana se despertó perezosa.. La cita era en los jardines del Palacio de Santiago.. y nadie quiso llegar tarde. A las diez toda la localidad se encontraba allí. Niños con gorritos, niños con guantes, niños con bufandas… Niños taurinos con capotes..
Había que esperar en el vestíbulo…
De repente llegó un ruido descomunal. Y, como compañía, unas palabras feas y de tono incluso grosero. Se trataba de un hombre que detestaba aguardar allí. Él no esperaba. Él jamás perdía un segundo en una espera… Se creía importante..
Le dejaron pasar. Dijo que era no sé quién..
Cuando se pudo entrar toda la gente entró feliz, muchas personas habían madrugado.. los jardines lucían magníficos, decorados en estilo navideño. El hombre que estuvo todo el rato al lado de Luis entró casi en último lugar…
Cuando los pequeños escucharon sus muy hermosas palabras se quedaron impresionados. Era el paje real! El emisario de los Reyes Magos! Tan discreto, tan humilde, tan educado. Habló… y lo que dijo fue real. Como real era su corazón..
Dedicado a mi hermana: una gran persona real
A los marqueses de Zarante
A mi Luis
A los niños y a los niños taurinos
A los pajes reales
A las personas de verdad. No a las que alardean y a las que se creen el centro del universo..
A las personas que hablan bien
Y al jefe