Por Carlos Capetillo Campos
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Hace años circuló un chiste que al paso del tiempo se acreditó como una gran verdad: ”La administración pública en México es como el viaje de Colón a América, no sabía a dónde iba, no supo a donde llegó y todo lo hizo con dinero prestado”.
Me molesta cuando se dice que para que una empresa sea eficiente tiene que manejarla la Iniciativa Privada y sí se vuelve sino eficiente si rentable con todo lo que el gobierno le permite hacer y que a la administración pública no, como correr a empleados, eliminar trámites onerosos, subsidiar los costos y muchas cosas más que a la administración pública no le permiten, simplemente le ponen una camisa de fuerza con normatividad, reglamentaciones internas que no sirven para nada, como la famosa renovación moral y su Contraloría General de la Federación del Presidente De La Madrid, que solo sirvió para más corrupción, una inflación desbordada y una crisis de todo tipo.
Creo que el principal problema del Presidente Peña Nieto no es la inseguridad cada día más agresiva, ni la corrupción galopante y la impunidad que como un manto sagrado envuelve con su protección a los corruptos y que tiene en la indignación total a la sociedad mexicana, ni el precio del petróleo, ni la falta absoluta de solidaridad de los partidos de oposición con el país, ya que si bien la oposición es eso, oposición al gobierno, también el empeñarse en actuar para los medios y tener como objetivo solo el posicionamiento electoral, dejando a un lado lo logrado por el país y asumir el papel cómodo de pontificar sobre las soluciones a lo que llaman los grandes problemas nacionales. Nada de esto es el problema.
El principal problema del Presidente Peña Nieto son las personas. Las personas crean los problemas y las personas los resuelven. Y cuando los temas amenazan el desarrollo nacional es porque las personas encargadas de resolverlos no tienen la capacidad para ello. El ejemplo es muy simple.
Con el mismo sistema, los mismos métodos, la misma reglamentación, donde falla uno triunfa otro. Entonces es la persona. Nada más.
Y México desperdicia a las personas que han demostrado en la realidad, no en el papel, que saben cómo hacer que funcionen las cosas.
Y a pesar del costo que el país ha pagado para que adquieran experiencia, los hacen a un lado simplemente porque no pertenecen a su círculo de confianza, a su círculo íntimo y mientras los termas se convierten en problemas y los problemas en crisis y el país se atora porque se administra como patrimonio personal y no importa que un funcionario haya dado muestras de incompetencia y corrupción, simplemente lo quitan de un lado y lo ponen en otro más importante para demostrar el poder. Y esto no debe seguir así.
Hay muchos mexicanos que pueden resolver lo que llaman los grandes problemas nacionales, que no son amigos del mero mero, ya lo serán no se preocupen, es más fácil volver amigos a los inteligentes que a los amigos hacerlos inteligentes.