Carlos Capetillo Campos
ccarlos_ccapetillo@hotmail.com / @ccapetillocampos
Un viejo dicho dice que lo único bueno del 2016 es que será mejor del 2017. Y si le echamos una ojeada al 2016 vemos más noticias negativas que positivas.
Desde muertes lamentables de personas estimadas y valiosas, hasta situaciones públicas que afectan a toda la población y cuyos efectos todavía no se aprecian en su plenitud.
Un crecimiento económico muy bajo que no corresponde a lo que se necesita y demasiado bajo para lo que se puede lograr de acuerdo con los recursos del país.
Las decisiones tomadas en 2016 hizo que el año cerrara con pesimismo a la población y despertaron el 2017 con agitaciones callejeras, protestas por las redes sociales que han dado una muestra de su poder, como en un festejo de XV años de una jovencita que hizo que se desviaran recursos públicos en regalos sumamente costosos y en la fiesta correspondiente.
Y los medios prácticamente inundados con noticias alarmantes.
Pero si bien el 2016 ya terminó y su cargamento es para olvidar, tampoco podemos distraer nuestro talento y energía en lamentos de lo que ya pasó, de lo que no tiene remedio.
México es sumamente rico, de los países más ricos del mundo en recursos naturales, beneficio que ha permitido avanzar más lento el desarrollo del país y de los mexicanos, que han demostrado con creces que las condiciones adversas los hace crecer en todos los sentidos, pero el exceso de condiciones favorables adormece el espíritu de lucha del ser humano.
El triunfo de Trump en los Estados Unidos y sus constantes amenazas a México como país y a los mexicanos que están ayudando a la economía americana allá, genera inquietud que se refleja de inmediato como la cancelación de la inversión de 1,600 millones de dólares en San Luis Potosí en una planta ensambladora de vehículos Ford con una afectación de 1,800 empleos.
Y esto aunque es grave no acaba con el país.
Que se revisará el Tratado de Libre Comercio después de 22 años en vigor? Me parece hasta lógico, las condiciones han cambiado, pero sin saber más los lamentos se dejan escuchar, por los mismos beneficiados que precisamente dejaron que el tiempo pase sin canalizar sus talentos a mantener actualizadas las condiciones del TLC, sino solamente a ganar dinero.
Lo mismo que hizo el gobierno con los recursos enormes del petróleo que en lugar de crear condiciones permanentes de empleo, educación, salud, infraestructura especialmente turística, se dedicaron a regalar dinero disfrazado de programas sociales.
Hay problemas en el país, sin duda. La lista es larga pero lamentarnos permanentemente no es la solución.
México tiene oro, plata, mercurio, cobre, playas, mares, pesca, bosques, selvas, ruinas arqueológicas que son un extraordinario atractivo para el mundo, gastronomía, artesanías; es difícil que exista un recurso que México no tenga.
Lo que tenemos que hacer es explotar organizada, inteligentemente todos los recursos.
El Presidente debe arrojar el lastre e incorporar a los mexicanos que han demostrado que si saben cómo resolver los problemas y a manejar honesta y eficientemente los recursos públicos.
Y hay que tener presente que las injusticias son los orígenes de los movimientos sociales.
No está el horno para bollos ni magdalena para tafetanes.